Para los 2.000 habitantes de Pastriz, la CV-314 es una carretera más que fundamental. Pese a estar a las puertas de Zaragoza, la localidad, que se encuentra en una especie de callejón sin salida, solo dispone realmente de esta vía asfaltada para comunicarse con la capital aragonesa y el resto de la comunidad.

Por eso resulta fácil entender el profundo malestar de los vecinos por el hecho de que las obras de mejora de la carretera, que empezaron en julio del 2018, lleven paralizadas desde el pasado 20 de febrero.

«Los trabajos deberían haber terminado las pasadas Navidades y no solo no están acabados, sino que, de vez en cuando, se corta la circulación por la CV-314 y los conductores tenemos que dar largos rodeos para ir y volver de Zaragoza», protesta José Manuel Ezquerra, concejal del PAR en el consistorio de Pastriz.

Además, subraya, al haberse interrumpido las obras, transitar por la CV-314 «es más peligroso que nunca, pues la parte asfaltada se ha estrechado y hay desniveles».

Lo cierto es que el proyecto inicial, que depende de la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ), ha iniciado un proceso de modificación debido a los problemas que han surgido durante los trabajos de ampliación.

RIESGO DE INUNDACIÓN

Por un lado, ha sido necesario instalar grandes arquetas para canalizar el agua que invade el asfalto cada vez que se produce una fuerte crecida del Ebro, lo que a su vez ha obligado a levantar la carretera. Y, por otro, es preciso mover una línea de media tensión.

Se trata de dos circunstancias, según Ezquerra, con las que se debería haber contado «desde el principio» para no tener que acometer ninguna modificación. Además, entrañarán el encarecimiento del presupuesto, que era de 1,4 millones para 2,7 kilómetros, los que separan Pastriz del barrio zaragozano de Movera.

El caso es que ahora dos instituciones, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y Endesa deben supervisar los cambios que se realizan en el proyecto inicial.

Miguel Ángel Guiu, alcalde de Pastriz por Ganar Pastriz, considera que estos trastornos no deben empañar la importancia de unas obras que suponen solucionar una antigua reivindicación de los residentes del municipio.

«Es lógico que los vecinos deseen que las obras acaben cuanto antes, pero hay que tener en cuenta que han surgido dificultades que requieren una tramitación administrativa que lleva su tiempo», explicó Guiu.

El alcalde piensa que este proyecto se completaría si el arreglo de la carretera CV-314 se extendiera por los dos kilómetros de camino rural que llevan de Pastriz a la cercana localidad de La Puebla de Alfindén, que está situada en la N-II.

De esta forma, el municipio contaría con dos accesos, y no con solo uno como en la actualidad, lo que, según Ezquerra, «limita sus posibilidades de desarrollo», tanto en lo que se refiere a la instalación de industrias como de nuevos residentes.

Pero Guiu cree que en el futuro habrá que dotar a Pastriz de una salida directa al cuarto cinturón (Z-40), para evitar pasar por la larga y congestionada travesía de Movera. Claro que la realización de esos planes se ve bastante lejos y los vecinos de Pastriz (los del núcleo antiguo y los de las urbanizaciones desperdigadas por su término) se conformarían de momento con la terminación del arreglo de la CV-314.

«Se trata ante todo de tener una comunicación segura y digna», subraya Ezquerra, que señala que la carretera de Pastriz, con 5.000 vehículos diarios, es la segunda vía con más tráfico de cuantas dependen de la Diputación de Zaragoza. Por ello la terminación de las obras ahora en marcha sería ya un gran triunfo para los vecinos.