En el polígono Malpica, las rotondas funcionan al revés. La preferencia no es del vehículo que se encuentra dentro ya, sino que, si llega un camión, el que se tendrá que detener será el automóvil que circula por el trazado circular. Una circunstancia rara, extraña y chocante para unos conductores que no se aclaran con la señalización, contradictoria desde hace décadas y estropeada por el paso del tiempo y las inclemencias. Las rotondas trampa, como acierta a definirlas el presidente de la asociación de industriales y comerciantes de la zona, Francisco Murillo, son un reflejo de un polígono surreal en aspectos como el anteriormente explicado y que sufre el abandono de las administraciones desde su construcción, hace medio siglo, y que convive en el lugar con otro gigante caído, la Universidad Laboral.

Comprender por qué funcionan así las rotondas, al revés, lleva aparejado inteligir las quejas de los negocios ante la desidia de las administraciones. Al principio no funcionaban así, pero la construcción de la AP-2, en los 70, obligó a que varios camiones de obra circularan por el polígono para llegar a su destino desde la N-II. El problema vino cuando estos se demoraban al parar en las rotondas, por lo que se decidió cambiar la norma.

La cuestión es que así se quedó, y ya van cerca de cincuenta años. Estas rotondas simbolizan el abandono que denuncia la entidad. «No modificaron nada, se quedó toda la señalización así», recalca Murillo.

Una situación por la que exigen varias medidas, empezando, precisamente, por el rediseño y la reforma de la señalización viaria, tanto horizontal como vertical, especialmente en las rotondas, accesos y salidas a la carretera y la autopista.

No es la única demanda del colectivo, sino que también consideran que el entorno es yermo «en pasos de cebra, aceras, arbolado, zonas verdes, que no hay ninguna, y mobiliario urbano. No ves una papelera o un banco en todo el polígono», recalca Murillo, quien apostilla que no existen aparcamientos, como tales, en el lugar y los coches han de aparcar en solares o espacios semihabilitados por particulares. «He visto a andar a personas por el polígono por donde van los coches -tampoco hay aceras- y cayendo el sol a plomo, porque no hay ni una sombra. Es increíble que un polígono dentro de la ciudad esté así», relata.

También demandan una mejor conexión con la ciudad mediante líneas de transporte urbano y un carril bici que llegue a la zona desde el barrio de Santa Isabel. «Ahora solo entra a Malpica el autobús de La Puebla de Alfindén, en la última entrada del polígono», detalla, «con una frecuencia enorme». «Prácticamente no tenemos transporte público», se lamenta el empresario. «La parada más cercana de la línea 45, en Santa Isabel, la tenemos a 700 metros de la primera empresa», añade. Una distancia que lleva aparejadas determinadas consecuencias: «Por la mañana, a las 8.15 horas, tienes gente andando por la carretera», desvela el presidente del colectivo, quien sostiene que hay personas que todos los días caminan más de 7 kilómetros. Algo que enlaza con la carencia de vías para el que decide caminar: «Para el peatón no hay absolutamente nada», remacha.

De la demanda sobre la mejora de las infraestructuras subterráneas, poco quedar por contar, después del reventón que ha tenido una semana sin agua el área industrial. Sin embargo, también fijan su mirada en un alumbrado deficitario. «Te sorprende cómo está eso tan oscuro», subraya acerca de la entrada a Malpica cuando cae el sol.

Medio siglo así, en el que han pasado gobiernos municipales de todo signo, con el mismo efecto en la zona. De momento, a la actual corporación le van a exigir indemnizaciones por las pérdidas ocasionadas por el reventón. Pero no solo eso, también quieren partidas presupuestarias que mejoren, de una vez, el entorno.