A las once en punto cogió una silla y se sentó frente al televisor. El diputado del PP Angel Cristóbal Montes siguió con exquisito interés en uno de los pasillos de La Aljafería el discurso de investidura de José Luis Rodríguez Zapatero. No fue el único. El popular Gustavo Alcalde subió a su grupo en las Cortes para no perder detalle de los compromisos que el dirigente del PSOE asumió desde la tribuna. Y el socialista José María Becana, sentado en su escaño, con unos auriculares de radio, no podía disimular su satisfacción por las palabras de su jefe de Madrid. Numerosos parlamentarios aragoneses prefirieron seguir por la radio la intervención de Zapatero. Así, podían estar con un oído en las Cortes y con el otro en lo que se estaba cociendo en la Carrera de San Jerónimo.

Ayer, toda la atención política y mediática se trasladó a Madrid. A la misma hora que Zapatero abría el debate de su investidura, a 300 kilómetros de allí, el pleno de las Cortes de Aragón se movía en un tono cansino, monótono, con asuntos de segundo orden y con asientos vacíos en el hemiciclo. En los bancos azules del Gobierno, era notoria la ausencia del presidente aragonés, Marcelino Iglesias (en el debate de investidura). José Angel Biel, el vicepresidente, sí estuvo en el pleno, como también sus colegas Alfredo Boné, Ana de Salas, Alberto Larraz, Maite Verde...

La primera sesión plenaria tras la Semana Santa transcurrió sin sobresaltos. Tal era el clima de distensión que una parte importante de las iniciativas se aprobaron por unanimidad --"Han apoyado dos iniciativas del PP porque les han quitado las fechas para no asumir compromisos", denunció el popular Antonio Suárez--. El ambiente se desprendió del sopor justo al final, en el debate de sendas propuestas sobre la ley de calidad de la educación y los planes anexionistas de Cataluña. Justo en este instante se cruzaron reproches, risas, acusaciones de un lado a otro.

"Ha sido un discurso muy bueno en el fondo y en la forma", valoró Montes la intervención de Zapatero.