Treinta y siete minutos de conversación por vía telefónica. Recién aterrizado de su viaje a Bruselas, Arturo Aliaga, consejero de Industria y secretario general del PAR, habla a chorros. Su nombre ha salido aquí y allá como candidato a suceder a José Ángel Biel al frente del Partido Aragonés. Una posibilidad que él no aclara. Sabe que está en las quinielas, nada más. Presume de llevar 33 años de carrera; 11 trienios; de no necesitar la política para vivir. Y de tener tres hijos, dos de ellos en la universidad. Ellos le dicen que las cosas están cambiando. O acaso lo han hecho ya.

Qué va a hacer, entonces. Dice que nada. No participa en las reuniones que Biel está manteniendo con los comités locales del PAR. Se mantiene al margen porque es algo que no le corresponde a él hacer. Por respeto al líder, asegura. Lo que tenga que salir saldrá. Repite aquello de que es el momento de las ideas, máxima también esgrimida por el presidente aragonesista.

"Allí estaré"

Tampoco es que se muerda la lengua. Pero no subirá al púlpito a decir que quiere ser presidente. Otra cosa es que se lo propongan. "Entonces estaré porque tengo una responsabilidad". Aunque no a cualquier precio. "No me daré codazos con nadie, ni pisaré ninguna cabeza. No llevaré ninguna mochila, ni ninguna hipoteca de nadie. No quiero ser el heredero de nadie. Vamos a analizar el proyecto, pero no estaré en ningún sitio para repartir puestos, no me voy a vender por un plato de lentejas. Yo no tengo que optar a nada. Que hable la gente". Suelta la retahíla de mandamientos, en negativo. Parece saber lo que no quiere para el PAR. Ni para él mismo. Por algún sitio hay que empezar.

En la carrera hacia la Presidencia del partido, de momento solo se ha significado Javier Allué. Aliaga se mantiene de perfil. Ni siquiera dice qué fecha sería la ideal para celebrar el congreso. Como hacen los buscadores de oro en el río, cree que la militancia de su partido sabrá agudizar los sentidos para separar la arena y las piedras de los materiales preciosos. De ahí saldrá el líder. "El proceso tiene que venir desde abajo, que la gente diga qué quiere y con quién. Yo pondré mis condiciones y veré qué hago. Según con quién no iré, claro. El proyecto debe ser creíble para la ciudadanía", reconoce.

Sin carné

Recuerda que a él le llamaron para que militara en el PAR. Antes fue consejero independiente, sin carné entre los dientes. Luego le propusieron encabezar la lista en Huesca y se siente orgulloso de los resultados. Dice que no hace carrera hacia la cúspide del partido, que no tiene ambiciones en ese sentido. Defiende su pragmatismo, su forma de entender la política desde la mácula tecnócrata. Una forma de soslayar la ideología y de reivindicar el trabajo "serio" del día a día.

Sabe, porque tampoco es tan ingenuo ni tan lánguido, que ahora no toca postularse ni mover ficha. El tiempo parece correr a su favor. Piensa y habla con la globalidad suficiente para abarcar un proyecto de partido. No quiere excluir a nadie, consciente de que una guerra no beneficiará a nadie. Ningún general --si se tiene por hábil-- quiere morir tiroteado por la espalda mientras lidera a los que cree suyos. Recuerda esta máxima que aprendió cuando hacía la mili. Nunca va mal algo del arte de la guerra. Y menos en política.

Arturo Aliaga insiste en que nadie tiene la titularidad del PAR. Reivindica un proyecto colectivo y renovado. Y se desprende de algunos clichés que persiguen a su partido. "A lo mejor no tenemos que estar en el Gobierno en el futuro si eso es lo mejor para Aragón. Ese es nuestro ADN. Yo no persigo ningún sillón ni voy a dar a nadie ningún puesto a cambio de nada. Nunca he cobrado del PAR, ni nunca lo haré".