Andorra vivió en la mañana de ayer una de las movilizaciones más numerosas que se recuerdan en los últimos años. Más de 5.000 personas -unas 6.500, según los convocantes- recorrieron las calles de la villa minera para reclamar alternativas de futuro y empleo para esta comarca y todo Teruel, que están a punto de perder uno de sus principales sustentos económicos, el carbón, del que hoy dependen de manera directa unos 600 trabajadores en la zona. La protesta, que partió a las 12 horas de la plaza del Regallo y finalizó una hora después en ese mismo lugar, logró reunir a la unanimidad de los agentes sociales y políticos de la provincia y de Aragon, pero los grandes protagonistas fueron los estudiantes y las familias más jóvenes del municipio, que encabezaron con sus niños la marcha tras la pancarta Queremos poder elegir donde vivir.

Las proclamas de los manifestantes estuvieron centradas en el fin de la industria turolense del carbón, como consecuencia del cierre de la térmica decretado por Endesa para dentro de un año y medio (en julio del 2020). Pero el enfoque de la movilización fue también en clave provincial al considerar que la desaparición de esta actividad estratégica supone dar la puntilla a los problemas y carencias del sur de Aragon, lo que agravará más si cabe el drama de la despoblación. Por eso, aunque la protesta partía del comité de la central y las plantillas de las subcontratas, la convocatoria contó esta vez con el apoyo de un variopinto grupo de organizaciones y colectivos, desde los sindicatos UGT y CCOO, las patronales CEOE y Cepyme y la Cámara hasta Teruel Existe, la Plataforma para la Defensa del Ferrocarril, los agricultores de UAGA y UPA, los regantes del Guadalope o las Ampas de la localidad, entre otros.

Quienes también tuvieron una gran visibilidad fueron los trabajadores de las auxiliares de la térmica y de las minas, que se situaron en la parte delantera de la protesta. Este colectivo, formado por más de 300 trabajadores, es el peor parado del desmantelamiento, al estar abocado al despido sin garantía de optar a una recolocación, prejubilación o baja incentivada, algo de lo que sí dispondrán las plantillas propias de Endesa y las matrices mineras.

LOS "MÁS OLVIDADOS"

«Con nosotros no cuentan para nada. Somos los más olvidados. Endesa dice que podremos trabajar en desmontar la central, pero no lo veo muy claro porque serán trabajos muy técnicos», se lamentó Nicolás Bespín, trabajador de una subcontrata de limpieza de la térmica. Está convencido de que con «voluntad política» esta instalación energética podría seguir abierta muchos más años porque «sigue siendo rentable diga lo que diga la empresa».

«En año y medio es imposible que lleguen las industrias y empresas que están prometiendo. Solo cabe prolongar la vida de la central hasta que haya alternativas», sostuvo José Alberto López, de 35 años, que también trabaja en una subcontrata. «A este paso no nos va a quedar otra que dejar nuestro pueblo e irnos fuera», añadió. Eso mismo teme la andorrana Beatriz Villanueva Lacosta, cuyo marido trabaja en una subcontrata de la mina de Ariño: «veo nuestro futuro tan negro como el carbón». «Los políticos se pasan la pelota de unos a otros pero soluciones ninguna y no vienen empresas nuevas», criticó.

Precisamente fue Laura Villen, de 22 años e hija de un empleado de una empresa auxiliar de la térmica, quien leyó el manifiesto que dio comienzo a la protesta. «Salimos a la calle un día más para defender nuestro territorio, para gritar alto y claro que queremos alternativas», reclamó. Estudia relaciones laborales en la Universidad de Zaragoza y cuando acabe la carrera quiere volver a vivir en Andorra, pero «cada vez hay más dificultades».

La protesta concluyó con intervenciones a cargo de dos vecinos. La primera fue de Bea, que llamó a «levantar la cabeza» frente a quienes como «el abuelo italiano», en referencia a Enel (dueño de Endesa), la bajan para «contar el dinero». La segunda de un estudiante del instituto Pablo Serrano de Andorra, que reprochó que «el cierre podría haberse evitado» con otras decisiones políticas.

MENSAJES A ENDESA

El color negro, símbolo del carbón, estuvo muy presente en la marcha en forma de globos, camisetas y hasta en un ataúd de cartón que representaba la muerte de Teruel. Tras el lema general En defensa de nuestra provincia, pudieron verse muy diversos carteles reivindicativos y se escucharon cánticos como el popular Sí se puede así como algún abucheo a los políticos.

Endesa fue el destinatario de muchos de los mensajes, que reclamaban que dé marcha atrás al cierre e invierta en la reindustrialización de la zona. Fuentes de la compañía aseguraron ayer que comparten «todas las iniciativas que vayan» en esa dirección y recordaron el ofrecimiento hecho a las instituciones para «analizar las propuestas que realicen y, si es posible, colaborar en ellas». «Endesa asume sus compromisos y, en este sentido, ha presentado un plan de inversión para la zona de 1.000 millones de euros», añadieron en alusión a las plantas fotovoltaica que el grupo plantea instalar en esta zona.

AMPLIA PRESENCIA POLÍTICA

Nadie quiso perderse la cita, sobre todo la clase política a menos de seis meses de las elecciones. Además del consejero de Presidencia de la DGA, Vicente Guillén, el presidente de la Diputación de Teruel, Ramón Millán, y numerosos alcaldes de la zona como la de Andorra, Sofía Ciércoles, también estuvieron presentes todas las fuerzas del arco parlamentario aragonés, como la secretaria general el PP, Mar Vaquero, los líderes de Podemos (Nacho Escartín), PAR (Arturo Aliaga), CHA (José Luis Soro) e IU (Álvaro Sanz) o Ramiro Domínguez, de Ciudadanos, entre otros. Todo ello a pocos días de que visite Andorra la ministra Teresa Ribera.