Esta semana la Policía y la Guardia Civil informaban de la detención de cuatro personas (una de ellas ya estaba en prisión) por la importación de moneda falsa desde Nápoles. Paralelamente, dos personas eran juzgadas en la Audiencia Provincial de Zaragoza por la tenencia de 650 euros en billetes falsos de 50 euros, el año pasado, uno de los cuales colaron en un comercio.

Pese a la coincidencia, el delito de falsificación de moneda no es muy común, con menos de una decena de condenas al año en Aragón. La mayoría por pequeñas cantidades, explica el jefe de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, Alberto L. Operaciones como la citada, con implicaciones de la mafia napolitana, o como el desmantelamiento de una imprenta de billetes de 50 de gran calidad en pleno centro de Zaragoza, en Tenor Fleta, el año pasado, son hitos raros.

Sin embargo, el delito es grave, no en vano se castiga con entre ocho y doce años de prisión, cuando se trata de fabricación o introducción. A nivel usuario, las penas se atenúan, particularmente si lo que se hace es recibir un billete pensando que es verdadero y, al darse cuenta, se intenta colar en algún comercio.

La técnica es la que usan los grupos organizados, colarlos en mercadillos o tiendas pequeñas, sin medios para comprobar la falsedad de los billetes, pero puede conllevar penas de entre tres y seis meses de cárcel, además de multa.

Legalmente, si se recibe un billete falso y uno se da cuenta, lo que hay que hacer es llevarlo a un banco o a la Policía. El dinero, salvo que se sepa quién nos lo ha dado y se pueda denunciar, lo vamos a perder. Pero de lo contrario, nos exponemos a ser detenidos por falsedad, y condenados a las citadas penas. En caso de ser un delincuente primerizo es difícil que entremos en prisión, pero por unos euros se logran antecedentes penales y una multa como mínimo igual al valor del billete que se intenta colar.

Los billetes falsos se envían a la Brigada de Investigación del Banco de España, que alerta a los grupos especializados de la Guardia Civil o la Policía Nacional si encuentra una cantidad anormal de billetes de la misma procedencia, o una serie de especial calidad, como sucedía con los de 50 de la imprenta zaragozana.

Pero lo más habitual es simplemente que se encuentren sueltos, colados en comercios, con técnicas más o menos sofisticadas.

Una de las que ha detectado la Policía consiste en que un pequeño grupo de personas intentan pagar con un billete de 500, de curso legal. El dependiente pone pegas pero lo comprueba. Es en ese momento cuando los timadores retiran el billete, montan algún jaleo y en la confusión vuelven a entregar el billete de 500, solo que es otro, falso. Así, reciben los cambios de lo que hayan adquirido en dinero legal. No es una técnica frecuente, pero ha habido varios casos.