Como magistrado del Tribunal Constitucional, Manuel Aragón, aborda algunas de las cuestiones más espinosas de los últimos años, como el Estatuto de Cataluña, así como las legalizaciones de Bildu y Sortu, a las que se opuso con votos particulares. Fue el pasado miércoles, cuando participó en la jornada Fundación y significado de los parlamentos autonómicos, organizada por la Fundación Manuel Giménez Abad.

--¿Se ha sentido un dique de la Constitución?

-- Tampoco es eso. Me ha tocado estar en momentos muy importantes y creo que lo he llevado bien. Actué de la manera más objetiva e independiente posible y conforme a mis convicciones constitucionales.

--El independentismo ha crecido mucho en Cataluña desde la sentencia del TC, ¿qué opinión le merece ahora el fallo?

--Se criticó mucho, pero fue una buena sentencia, la menos mala posible. Un texto perfecto era casi imposible. Por el objeto a controlar y por la situación creada. Con el tiempo se verán sus virtudes. Y sus defectos.

--¿Cuáles son esas virtudes?

--Una, señalar claramente que hay límites constitucionales frente a los estatutos de autonomía. Si el legislador puede hacer lo que quiera, para qué la Carta Magna. Otra, expresar que hay opciones para reformar el modelo autonómico, pero exigen la reforma constitucional. Y esta no se puede hacer a través de una reforma estatutaria.

--Pero tardaron cuatro años...

--No puedo comentar interioridades del tribunal que hacían relativamente comprensible aquella demora, pero, claro, si la sentencia hubiera salido antes, habría mejorado sus efectos ante la opinión pública. Y, por qué no, el tribunal hizo un uso muy amplio de su capacidad de interpretación, pero fue prudente.

--¿Cabe otro sistema de elección de los magistrados del TC?

--El esquema es razonable. Otra cosa es cómo se ha llevado a la práctica. El paso al reparto por cuotas garantizó que no habría vetos mutuos. Tú pones a los dos que quieras, que yo pondré a los míos. Es un mal sistema. Y el origen de algunos males. No por falta de independencia, sino por la imagen. En democracia, tan importante es ser como parecer.

--Cataluña: ¿Solución legal o política?

--Confío en que el Estado de Derecho garantice el cumplimento de las leyes y las sentencias. Si no, sería horrible. Pero para resolver las ineficacias y los problemas de integración territorial de nuestro Estado autonómico se requiere una solución política. Se necesita una recomposición del sistema.

--Reformar la Constitución.

--Sí, pero ello exige consenso, estabilidad, falta de pasión y estudio concienzudo de qué objetivo se pretende. No es fácil. Se debería pensar sin prisa. Pero no hay que dejarlo.

--El texto del 78 fue venerado por varias generaciones. Desde hace unos años afloran defectos.

--Me parece una norma bastante acertada en líneas generales. Pero en algunos aspectos ha quedado bastante obsoleta y es hora de plantearse seriamente algunos retoques. El reparto de competencias entre Estado y autonomías requiere modificaciones.

--¿Hay que limitar la capacidad legislativa de las autonomías?

--Hay que reivindicar la función de los parlamentos autonómicos. Y señalar defectos como las duplicidades y la reiteración normativa es querer mejorar su funcionamiento.

--Los partidarios de legalizar Bildu y Sortu exhiben el final de la violencia como justificación.

--Me queda la impresión de que el Estado no actuó correctamente haciendo concesiones al mundo proetarra. Los efectos se verán con el tiempo.