Vanessa G. S., propietaria de un bar en el barrio del Arrabal, en Zaragoza, se quedó de piedra el pasado martes cuando un cliente se puso a jugar en la máquina tragaperras de su establecimiento y ésta empezó a vomitar un premio tras otro. "En unos minutos consiguió 198 euros y yo en ningún momento le vi echar un euro a la máquina", explica Vanessa.

La dueña del local denunció al cliente, que era de nacionalidad china, por un supuesto delito de uso fraudulento de máquina. "Llevaba en el bolsillo un aparato parecido a un móvil y pienso que lo empleó para bloquear la memoria de la máquina", asegura la propietaria del establecimiento.

El cliente, al verse sorprendido, intentó agredir a la responsable del bar y llamó en su ayuda a varios compatriotas. Al final, la Policía tuvo que intervenir para poner orden y el caso se resolverá por la vía judicial.

"Es un verdadero problema", resalta Vanessa. "En muchos bares del barrio los dueños apagan las tragaperras en cuanto ven entrar a un chino, pues en cuestión de minutos se llevan un montón de dinero".

Aumentan las denuncias

En la Jefatura Superior de Policía de Zaragoza han detectado en los últimos meses un aumento de las denuncias por supuesta manipulación de máquinas recreativas del tipo B, a las que pertenecen las clásicas tragaperras que otorgan premios al realizar combinaciones ganadoras.

"Las manipulaciones las hacen en su mayoría ciudadanos de origen chino", señalan en una empresa que alquila este tipo de máquinas a los bares, "pero también hay españoles y personas de otras nacionalidades vinculadas a estos fraudes", precisan las mismas fuentes.

"Se comenta que quienes manipulan las máquinas recurren a teléfonos móviles para bloquear la memoria", indica el mismo empresario, pero añade un matiz: "Los fabricantes niegan que se pueda influir en la máquina con un móvil, pero la verdad es que cada cierto tiempo hay que cambiar las memorias por si acaso, porque si no...".

Sin embargo, fuentes del sector de empresas dedicadas al negocio de las máquinas de tipo B rechazan tajantemente que existan problemas de manipulación. "Las máquinas van dotadas de extraordinarias medidas de seguridad y están permanentemente controladas", subrayan. "Es totalmente falso que puedan desprogramarse con teléfonos móviles".

Y aclaran: "Lo que ocurre con los jugadores chinos es que tienen la costumbre de no cambiar nunca billetes en la barra del bar donde juegan, ya que llevan muchas monedas encima".

De todas formas, este comportamiento despierta sospechas en los dueños de los establecimientos, "porque pueden llegar a creer que los clientes no introducen monedas", según las mismas fuentes.

"En realidad, estos jugadores gastan tanto dinero como el que más para obtener el premio, con la peculiaridad de que quizá sean más constantes y persigan la ganancia con mayor empeño", subrayaron las mismas fuentes.

"Los chinos juegan de una manera especial", comenta el propietario de un bar del centro de Zaragoza. "No se conforman con dar al botón de arranque. Ellos pulsan tres o cuatro botones a la vez, teclean rápidamente aquí y allá, y lo cierto es que algunos consiguen sacar buenos premios, aunque no sé si será por eso".

Sea lo que sea, el caso es que en algunos bares se enciende la alarma cada vez que entra un grupo de chinos y apagan la tragaperras inmediatamente.