La Marcha del Ebro, organizada por la Red del Agua Pública de Aragón (Rapa) con el fin alertar sobre los graves problemas que afronta el río, alcanza hoy el final del itinerario en el Delta tras un periplo que ha durado 12 días y que se inició el pasado 10 de abril en Cantabria.

«Se van cumpliendo todos los objetivos de la marcha», subrayó ayer Pedro Arrojo, diputado de Unidas Podemos y responsable de la Rapa, que denunció la «nueva estrategia trasvasista» que recogen los programas electorales del PP, Ciudadanos y Vox. En este sentido, explicó que los denominados contratos de cesión, «un mecanismo pensado para su aplicación excepcional en épocas de sequía extrema», se propugnan ahora como herramientas al servicio de los trasvases, «al margen de la planificación hidrológica».

Arrojo señaló que, aunque el tema se aborda en Aragón «en sordina», se está convirtiendo ya en una «propuesta explícita». Por este motivo, continuó, el trabajo de los participantes en la marcha, alrededor de 20 personas de entidades como la Rapa, Ecologistas en Acción y la coordinadora antipantanos y trasvases Coagret, se están centrando en «poner en alerta» a los ayuntamientos y los colectivos sociales de los lugares ribereños del Ebro por los que discurre la protesta.

Al mismo tiempo, indicó el miembro de la Rapa, la marcha ofrece a las organizaciones locales «visibilizar» los problemas concretos a los que se enfrentan. Por ejemplo, el pasado viernes, en el tramo tarraconense, se hizo hincapié en los perjuicios del trasvase del río Siurana y en la contaminación que padece el Ebro en Flix y Ascó por los vertidos de empresas químicas y la central nuclear existente en esa zona.

Las experiencias acumuladas a lo largo del viaje, que se realiza en bicicleta, servirán para la elaboración de un libro en el que se recogerán contribuciones de los participantes y de los consistorios y los aproximadamente 40 colectivos contactados durante la ruta. «La obra abordará los peligros a los que se enfrenta el Ebro y también las posibles soluciones», resumió Arrojo, que mostró su satisfacción por la forma en que se está desarrollando la Marcha del Ebro.

UN LITORAL ESQUILMADO

En la jornada de hoy, la última de las previstas, los integrantes de la iniciativa denunciarán la «drástica reducción» del aporte de sedimentos del Ebro a su delta en el Mediterráneo. Esta situación se debe a la detracción consuntiva de caudales y a la masiva retención de limos que se registra en los embalses del último tramo del río, de forma que apenas llega a la desembocadura un 1% de los 30 millones de flujos sólidos que deberían hacerlo.

Esta situación, agravada por el crecimiento del nivel del mar a causa del calentamiento global, está provocando el hundimiento de los sedimentos, con el consiguiente impacto en las playas, que pierden arena al tiempo que la denominada cuña salina entra en el cauce y los acuíferos como consecuencia de la debilidad del río. Ni siquiera la fauna marina del litoral se libra de esta degradación, pues al disminuir el aporte de nutrientes fluviales se resiente su base alimenticia.

Por ello Arrojo insistió ayer en que los 3.000 hectómetros cúbicos de caudal al año contemplados por la actual normativa resulta «claramente insuficiente, como ya fue valorado en el 2000 por la Comisión Europea».