El corazón de Zaragoza va recuperando su pulso. La reutilización de la antigua sede de los juzgados de la plaza del Pilar va, poco a poco, recobrando la vida de antaño. Cuando se cumple un año del traslado del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) y el edificio afronta entre cajas de cartón, pintores y electricistas la llegada de los últimos servicios, las cafeterías y restaurantes de la zona celebran este «paso adelante» en la revitalización. Aún así, reconocen que la situación actual «dista mucho del trasiego que generaban los juzgados».

Aquel cierre fue un auténtico mazazo para el sector hostelero de la zona, que ahora ha recuperado a parte de la clientela. «Sobre todo vienen trabajadores a tomar desayunos a primera hora y algún café a media mañana», contaba ayer David Santa Ana, empleado del Café Lolita, ubicado en la propia plaza del Pilar, frente a la entrada principal al IASS. «También vemos gente con carpetas y papeleo, que sabemos que vienen porque tienen que hacer sus gestiones», señalaba este camarero que lleva treinta años trabajando en distintos establecimientos de la plaza del Pilar.

Un poco más lejos del acceso, en la plaza de César Augusto, la cafetería La Imperial también ha sido testigo de los cambios. Su gerente Eduardo Vicente expresaba que «la situación ha mejorado con respecto al cierre, pero no tanto como esperábamos». Venden más cafés, más desayunos, pero «el flujo de gente no tiene nada que ver con el que había con los juzgados», dice.

Para Vicente esto se debe a dos motivos. «Por un lado, entonces los funcionarios no tenían que fichar y ahora pueden salir menos tiempo. Y, por otro, hay menos volumen de gente, puesto que en los juzgados no solo trabajaban los empleados públicos, sino todos los abogados y sus clientes, que habitualmente quedaban en la cafeterías antes de realizar sus gestiones», cuenta.

No obstante, Vicente muestra su «optimismo» ante la llegada de los servicios sociales. «Seguro que la llegada de más personal se va a notar, así como los servicios para los ciudadanos, porque necesariamente pasará más gente por la zona».

Mientras tanto, la parte trasera de la nueva sede de servicios sociales (donde se accedía a los juzgados) sigue cerrada y algunos de los establecimientos cercanos lo han notado. Antes era «un ir y venir constante de gente», señala Gabriel Ciocan, camarero en otro bar de la zona. Aún así, asegura que en el último año «el servicio de desayunos ha mejorado y también repartimos más comidas». Ciocan considera que la paulatina reapertura de todos los espacios hará que la clientela «vaya a más».

TRANSPORTE PÚBLICO

En el Café Bar Central también celebran la incorporación de servicios, que servirá para «seguir revitalizando» la zona «después de un par de años malos» con el cierre de los juzgados y la reforma del Mercado Central, según señala su propietario Pedro Manuel Garrido.

Por parte de los usuarios del IASS, la nueva ubicación supone «más cercanía y accesibilidad». Quienes llegan a la sede ahora tienen más opciones de transporte público, con la parada del tranvía a escasos metros y las distintas líneas de bus que se detienen, por ejemplo, en la calle Don Jaime.

María Isabel González es una de las usuarias que ha visitado recientemente las instalaciones. «Dos veces en el último año», dice. Y celebra que ahora llegar «es mucho más cómodo». «Vivo en Las Fuentes, solo tengo que coger el (autobús) 22 y me deja en la puerta», cuenta al salir tras realizar sus gestiones. «Antes tenía peor combinación y, en mi caso, a veces optaba por no ir para no hacer el trayecto tan largo», reconoce.

Mientras tanto, el trajín era constante ayer en las diferentes plantas del bloque, donde los funcionarios, entre cajas y con olor a recién pintado, ultimaban el traslado para trabajar desde su nueva ubicación.

Un espacio que seguirá abriéndose a la ciudadanía, por ejemplo, con la sede del Laboratorio del Gobierno de Aragón Abierto. Un motivo más para que este edificio, en el corazón de la ciudad, recupere su pulso y con él prosiga la revitalización de todo el entorno.