El paisaje de la sierra de Gúdar está como parado en el tiempo. Aquí y allá, en medio de los pinos o entre prados desprovistos de vegetación, aparecen los mases abandonados, antiguas casas de labor que estuvieron habitadas hasta los años 60. Sus ocupantes, los masoveros, vivían esforzadamente de la ganadería y de una agricultura de alta montaña poco productiva.

«En nuestro término, llegó a haber dos centenares de masías», señala Manuel Zafón, alcalde de Puertomingalvo. «Ahora solo están habitadas cuatro de ellas, cinco si se incluye el hotel Mas de Cebrián», añade.

Las masadas constituían un mundo «autosuficiente y cerrado», según Ricardo García Prats, que nació en la localidad y es profesor jubilado. «Tenían todo lo preciso para vivir: tierras de cultivo, bosques, caza, ganado...», explica.

Los masoveros bajaban al «lugar», como llamaban a Puertomingalvo, muchos fines de semana. Si el tiempo lo permitía, claro, pues los inviernos eran muy duros y la nieve les impedía a veces salir de casa.

«Venían a misa y a por provisiones», recuerda García Prats. «Lo normal era que los alimentos los obtuvieran recurriendo al trueque, cambiando huevos por bacalao, por ejemplo», agrega.

Los residentes eran a menudo medianeros que trabajaban para los dueños de los mases en los que vivían. Las condiciones de su existencia eran difíciles. En los 50, las casas todavía carecían de agua corriente y había que alumbrarse con teas. Se amasaba pan para 15 días y se labraba la tierra con yuntas de toros o caballerías. En verano, los segadores que acudían de los pueblos de Castellón cobraban en especie: 12 kilos de grano al día, según testimonios recogidos por el historiador Javier Medrano Adán.

Después de la guerra civil, ese mundo empezó a disgregarse. «Primero la gente emigró a Madrid y Barcelona, hace ya 80 años, pero en los 60, con el auge de la fabricación de azulejos en Castellón, la mayoría se marchó a la costa», cuenta el regidor de Puertomingalvo. Se vaciaron no solo las masías, también el pueblo, que en la actualidad pugna con más o menos éxito por atraer nuevos pobladores.