La comisión de encuesta de la Oficina Internacional de Exposiciones (BIE) hizo ayer un master rápido sobre Zaragoza. En dos sesiones celebradas en la estación de Delicias y en la sala Pedro IV de las Cortes de Aragón, los seis diplomáticos del BIE conocieron al detalle el futuro de las infraestructuras y de la propuesta urbanística de la Expo y su entorno. En el Centro de Historia, y con apoyo audiovisual, la evolución de la capital.

El gerente de la sociedad pública, Jerónimo Blasco, manejaba el puntero láser como mueve la batuta un director de orquesta. En un fluido francés, junto a la macromaqueta de la Expo, explicaba pisos, distancias y actuaciones de pura carrerilla.

El delegado coreano, Chen Bee-Ho, el más incisivo en sus preguntas, no se despegaba de sus cascos en ningún momento. El equipo de traductores seguía a los diplomáticos por todas partes, siempre armado con sus micrófonos para que cualquier explicación fuera entendida de forma instantánea.

La atención también fue la tónica en la Aljafería, sede de las Cortes de Aragón. Su servicio de protocolo estuvo atento al más mínimo detalle y sorprendió hasta al diplomático iraní, Masoud Gharanfoli. Cuando se excusó en los cafés del almuerzo para retirarse unos minutos a rezar le tenían preparado el histórico mirhab, una de las piezas artísticas del palacio. Con sorpresa comprobó que estaba dispuesta una alfombra, una jofaina con agua y una toalla.