Aunque el número de matrimonios en Aragón sigue en registros mucho más bajos que hace apenas una década, del orden de mil menos al año, las uniones han experimentado un cierto auge en los tres últimos ejercicios, quizá al calor de la supuesta recuperación económica. Si en el 2014 habían alcanzado su mínimo histórico, con 4.221, en el 2015 aumentaron a 4.300 y en el 2016 volvieron a crecer hasta los 4.425, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Estos alcanzan por el momento solo hasta el primer semestre del año pasado, el 2017, pero comparando estos con los equivalentes del 2016, la tendencia se mantiene ligeramente al alza: entre enero y junio del año pasado contrajeron matrimonio 1.732 parejas en Aragón, 22 más que el año anterior. La proyección a medio año vista es poco fiable, pero también es cierto que el segundo semestre es el más propicio para estas celebraciones.

Por alguna razón no especificada, el INE ha eliminado de sus estadísticas las referencias al tipo de celebración, en cuanto a católicas o no. Hace un año, cuando estaban disponibles, este diario publicaba cómo desde el 2010, las uniones civiles habían superado a las católicas, y estas habían caído hasta suponer menos de un tercio de los celebrados en el primer trimestre del 2016, 473 de los 1710 celebrados.

Curiosamente, el INE mantiene este apunte estadístico del tipo de rito solo en los últimos registros facilitados, los del primer semestre, que permite comprobar que la tendencia a la baja también se mantiene. Mientras el número total de uniones aumenta ligeramente, de los citados 1.710 a 1.732, los católicos bajaron de 473 a 419.

Al tiempo que la Iglesia pierde protagonismo en la vida matrimonial de los aragoneses, también es clara la tendencia a que estos se casen más tarde. Aún más, con perspectiva.

Así, si en 1996 las parejas casaderas estaban claramente en la veintena (hasta el 70% en el caso de las novias, 3.817 de 5.408, y algo menos, 2.972, en los novios), en el 2006 la horquilla preferente ya se movía más entre los 25 y 30 años, y en el 2016, más de la mitad de las mujeres que se casaron (51%) tenían entre 30 y 40 años, y el porcentaje era aún mayor en el caso de los hombres, con 2.438 de 4.369 uniones. Desde que se inventó el arroz que no se pasa, la boda no es una prioridad para las parejas, y el debate se sitúa en si es esto lo que afecta a la natalidad o más bien las escasas o nulas políticas de conciliación y los bajos ingresos.