El aprendizaje de las nuevas tecnologías, la reinserción laboral y la ruptura de la rutina del día a día en la cárcel son algunos de los objetivos que buscan alcanzar los mayores voluntarios que acuden al Centro Penitenciario de Zuera para impartir clases a los presos sobre cómo realizar un currículum o una entrevista de trabajo.

Las clases se desarrollan en las CiberCaixa Penitenciarias, aulas dotadas de pantalla, proyector y ordenadores para realizar prácticas individuales y que actúan dentro de las cárceles o atendiendo a los internos de los Centros de Inserción Social en centros de mayores.

El proyecto CiberCaixa comenzó hace diez años en Galicia y ha acercado las nuevas tecnologías a 987 personas del Centro Penitenciario de Zaragoza gracias a la participación de 39 voluntarios. Es el caso de internos como Carlos o Arturo, quienes valoran la actividad como algo que va "mucho más allá de la informática".

Con motivo del octavo aniversario en Zaragoza, el subdirector general de la Fundación la Caixa, Marc Simón, la directora territorial de CaixaBank en Aragón y La Rioja, Cristina González, y la directora del Centro Penitenciario, Carmen Gambaro, han acudido a la cárcel de Zuera para supervisar la labor de los mayores y los presos.

A las aulas acuden, semanalmente, mayores voluntarios, formados en cuestiones de informática y quienes imparten lecciones, e internos de los centros penitenciarios y de los CIS, que crean un espacio de relación intergeneracional con el objetivo de preparar a los presos para la libertad.

Un proyecto que contribuye a reducir el analfabetismo digital de la población penitenciaria, a la vez que fomenta la participación social de las personas mayores, quienes pueden ser grandes transmisores de valores, experiencias y conocimientos.

Gambaro ha asegurado que los voluntarios, formados "específicamente" para ello, realizan una "impagable" labor de inserción laboral de los presos y ha subrayado la intención de continuar manteniendo la colaboración con la Caixa durante más tiempo.

Arturo lleva apenas cuatro meses en la cárcel y espera que para cuando salga, dentro de cuatro años, pueda estar preparado para encontrar un trabajo digno a través de este aprendizaje.

Sin embargo, para él lo más importante de esta aula informática es la posibilidad de desconectar del día a día en la cárcel y disfrutar de las charlas junto a los voluntarios.

Carlos también coincide con Arturo y califica el proyecto como una oportunidad para "ocupar el tiempo, desconectar y salir del módulo", ya que todas las actividades que realizan dentro de la prisión son muy rutinarias.

Además, Carlos ha incidido en que las personas mayores que acuden a impartir clases son muy "abiertas, con un trato muy humano y campechanas" y que el hecho de conocer gente nueva fuera de las instalaciones permite un pequeño "rato de evasión".

Los mayores voluntarios enseñan a los internos diversas cuestiones que van desde editar documentos e introducirles al uso de Internet hasta la creación de currículos o cartas de motivación para un trabajo, al mismo tiempo que les enseñan a preparar entrevistas de cara a un futuro laboral.

Este es el caso de Augusto Alvira, que lleva como voluntario desde hace ocho años en el proyecto, quien ha sostenido que se trata de una actividad muy "agradecida" puesto que los internos siempre les reciben "con los brazos abiertos".

Pilar Belenguer, también voluntaria de este proyecto desde hace seis años, subraya que la relación con los internos es "muy buena" y la sensación de ver cómo puede ayudar a otras personas y transmitir sus conocimientos le otorga una "satisfacción indescriptible" y por ello espera continuar como voluntaria "mientras pueda".