El regreso de las celebraciones familiares es en muchos casos una incógnita. Se han roto las invitaciones a bodas, bautizos y comuniones, y la mayoría ha optado por aplazar su fecha. En la fase 1 han tenido lugar bodas en las iglesias de la comunidad, pero se trata de una minoría, ya que la mayor parte ha aplazado su día a otro en los próximos meses o incluso al 2021. Los que las celebran podrán festejarlo en un salón o restaurante en la fase 2, cuando se permite que las ceremonias nupciales se realicen en todo tipo de instalaciones, aunque con límites de aforo.

En la capital aragonesa, la empresa Aura afronta el regreso con incertidumbre y expectación. Su gerente, Iván Acedo, explica que ya no se trata de que se permitan eventos, sino de que los clientes quieran realizarlo con las normativas aplicadas. «Están claras las condiciones de la fase 2, pero no las de la 3. En la 2, diferencia claramente las ceremonias de espacio cerrado, que habla de 50 personas, y el espacio abierto (100). En el caso del banquete, dentro de un local de hostelería, se rige por la normativa del 40% de aforo y la distancia de mesas», detalla.

En Aura ese aspecto no supone un problema porque su aforo legal alcanza las 2.400 personas en todo el edificio. Pero la restricción sobre las barras libres o discomóviles hace que los novios no quieran todavía celebrar su boda en estas condiciones. Acedo insiste en que el cumplimiento de las normas no les va a suplir esfuerzo, sino que «hace falta que los novios quieran hacerlo».

Este también es el sentir de Marta Bas, gerente de la Finca Torre del Pino, con 20 años de trayectoria, en San Juan de Mozarrifar. Bas apunta que ahora «las novias están muy recelosas». «El casarte es algo que haces porque quieres disfrutar de ese día, y si no te van a dejar, la gente no quiere seguir adelante», comenta. Explica que una boda es «una celebración en la que te apetece estar con la gente, disfrutando con todo el mundo, pudiendo dar abrazos y besos» y si esto no se da, la gente no quiere celebrarla, aunque puedan.

También mantienen la ilusión de empezar, pero se da cuenta de que hay novios de final de temporada que, con el temor de los posibles rebrotes, prefieren pasar la boda al año que viene. «Lo que quiere decir que un año entero sin eventos, va a ser el cierre de muchísimas empresas que se dedican a esto. No se puede plantear tener nada este año y al que viene todo», subraya. Razón por la que ya tiene la vista puesta en reinventar su negocio.