Delegar en los políticos la presencia y el peso de Aragón en la vida de España podrá ser muy cómodo para los demás; pero es también una salida falsa y tramposa. Pues si aquí fallan los liderazgos propiamente institucionales, también naufragan los que supuestamente emergen de la sociedad civil: empresarios, sindicalistas, financieros, intelectuales (y listos en general), universitarios, profesionales colegiados... ¡ahí os quiero ver!

Es la sociedad, amigos. Ese temor constante al compromiso, al riesgo y a la innovación; esa especie de conjura general (a escala regional, se entiende) para intentar que no lleguen a posiciones de relieve gentes demasiado emprendedoras, demasiado progresistas, demasiado geniales o demasiado eficientes; esa querencia por las situaciones promedio y la absoluta medianía, que nos convierte en planta piloto para cualquier estudio sociológico... Demasiado bien nos vienen los políticos para echarles la culpa de cualquier problema aunque luego volvamos a concederles una y otra vez la capacidad decisoria (en Teruel abuchearon a Aznar por las calles... y luego el PP fue el más votado).

Junto a esa tendencia a endilgar a los políticos profesionales toda clase de responsabilidades colectivas, se da entre muchos aragoneses el obsesivo deseo de que nuestros problemas se resuelvan de la noche a la mañana. Como si la inercia de tantos decenios y los estereotipos creados fuesen a esfumarse por arte de magia; como si las organizaciones regionales del PSOE y del PP (y las nacionales de CHA y PAR) pudiesen abandonar sin más todas sus limitaciones y vicios; como si esta sociedad civil nuestra, tan opaca y con tan escasa proyección al exterior, estuviera a punto de brillar con poderosa luz ante España y el Mundo.

Podemos darnos con un canto en los dientes si a lo largo de los próximos tres años de legislatura paralela en Aragón y en España se pone en marcha un proceso de cambio; tres años para salir del anonimato del pelotón y avanzar hacia los puestos delanteros. No será cosa fácil, pero a ello han de dedicarse con decisión y un mínimo de complicidad regional los políticos... y los que no lo son.