Si no amas la montaña y la conoces bien, no puedes hacer este trabajo". José María Fácil es el coordinador de la Unidad Medicalizada de Urgencia (UME) de Sabiñánigo, encargada de los rescates medicalizados en montaña. Resucitar a barranquistas semiahogados, rescatar de entre las rocas o en picos de montaña a deportistas heridos y con hipotermia, o tratar infartos de corazón a alpinistas colgados en una pared a 2.500 metros de altitud son algunos de los casos de los 1.073 que esta unidad ha atendido desde hace cinco años. No basta sólo con ser un buen médico, hay que ser experto en prácticas deportivas de montaña.

"Si no eres montañero es complicado. Te tiene que gustar y saber escalada tanto en roca como en hielo, alpinismo en todas sus vertientes, barranquismo, esquí de montaña, espeleología...", reconoce Chema Fácil, que debe interrumpir la conversación por el aviso de un infarto cerebral en un anciano en plena calle. Está de guardia en la base de Sabiñánigo, en las viejas instalaciones de Cruz Roja en la localidad.

Cada día hay dos médicos de guardia, uno en la base de Sabiñánigo y otro en el hospital San Jorge de Huesca. 24 horas seguidas. En función de las características del accidente, la asistencia es por tierra, con la UME, o aérea, con el helicóptero de la Guardia Civil, cuya base está en Huesca, algo que sucede en el 82% de los casos.

"Uno de nosotros siempre está en el hospital San Jorge. Cuando es necesaria la intervención del helicóptero se le avisa y se va preparando con la ropa y el material precisos. De neopreno para barranquismo y espeleología, o de alpinista, de montañero o preparado para asistir en la nieve, como el último alud que hemos atendido", apunta.

En el helicóptero, que pasa a recoger al médico, puede ir además uno o dos socorristas. "A veces hay que aligerar el peso y sólo puede ir un socorrista". Antes de llegar al lugar de los hechos, comienza una de las partes más complicadas de cada viaje: el aterrizaje, que en ocasiones ni se puede materializar. "Muchas veces el helicóptero se queda estacionario en el aire, y descendemos con una grúa. O sólo puede apoyar un patín en un saliente de la roca y bajamos. Es un momento peligroso. Hay que estar concentrado".

En ocasiones, la asistencia al herido es inmediata, si éste se encuentra en una zona accesible. En otras, lo que prima es el propio rescate, en el que casi siempre el médico ayuda y actúa a la par del socorrista. "A veces hay que echarse al agua, o bajar por rocas y tirar de camillas", reconoce Chema Fácil. Cuando el ambiente es muy hostil, como cuando está oscureciendo, se sube al herido al helicóptero y se le estabiliza en el traslado hasta el hospital San Jorge, o hasta un centro de salud, si su estado fuera leve.

La coordinación con la Unidad Móvil es también frecuente y ésta concluye el transporte del herido hasta Huesca en una segunda fase. "Este verano avisaron de una mujer con infarto de miocardio, cuando escalaba el Anayet, a 2.500 metros. El apoyo del helicóptero fue parcial y pudimos diagnosticarle y darle un primer tratamiento. Después pasamos en Sabiñánigo y le terminamos de dar un tratamiento de fibrinilosis para romper el coágulo. Una vez estabilizada fue trasladada en ambulancia al San Jorge donde permaneció en la UVI varios días hasta que se recuperó".

En otras ocasiones, los acompañantes son los que intentan socorrer en un primer momento al accidentado, sobre todo cuando se trata de ahogamientos. "Hace dos veranos, atendimos a una mujer militar que estaba de vacaciones que se había tirado de cabeza a una poza en el río Vero, cuando hacía barranquismo. Se rompió el cuello y se quedó boca abajo en el agua. Los amigos le intentaron reanimar. Con reanimación y una intubación la sacamos adelante. El problema es que se quedó paralítica para siempre", recuerda con pesar. Otra joven se quedó atrapada en un sifón cuando hacía barranquismo y se ahogó. "Conseguimos reanimarla y tras pasar por la UVI del hospital varios días se salvó".

Chema Fácil también apunta que en ocasiones, en el accidente no hay heridas como tales pero sí situaciones vitales comprometidas, como los casos de hipotermia. El año pasado atendieron en invierno a una mujer y su hijo pequeño, que se habían quedado aislados sobre unas rocas, y no podían salir. "El niño presentaba una situación difícil pero también salió adelante".

La conversación se interrumpe otra vez. Otros nuevos casos que atender y que incrementan la actividad de este servicio que además impulsó Aragón de foma pionera en todo el país.