La médica adjunta de Pediatría del hospital Miguel Servet de Zaragoza que atendió en el 2015 a uno de los hijos de Rachid B. y Bouchra S. -que se sientan en el banquillo por el asesinato de una de sus hijas y las lesiones a otro de ellos- aseguró que las fracturas que presentaba el pequeño eran «altamente específicas de maltrato». Presentaba lesiones en las tibias y fracturas en las costillas.

Para sufrir unas heridas de estas características, según esta doctora, «hay que apretar fuerte en un lactante tan pequeño para que se rompan, ya que ni siquiera en maniobras de reanimación en los niños se rompen por la elasticidad de sus huesos».

Asimismo, descartó que las fracturas se deban a un caso de raquitismo por falta de vitamina D porque este «produce deformidades y no fracturas en los niños» y vio también imposible que fuesen producidas por el fajado del pequeño aplicando una técnica habitual en el norte de Marruecos porque «se tendría que haber asfixiado al niño».

Sobre el estado de la bebé del matrimonio que murió en el 2014 con 29 días ha declarado el pediatra de la uci del Hospital Infantil donde estuvo ingresada. La niña llegó con 26 días en parada cardiorrespiratoria por hemorragias intracraneales y retinianas. Externamente no apreciaron golpes, pero las lesiones «eran compatibles con el síndrome del lactante zarandeado».

«No se debe hacer nunca debido a que puede ocasionarle la muerte», reconoció este especialista a preguntas del fiscal recogidas por Aragón Digital. Este médico explicó que el padre de la pequeña, preguntado sobre lo que había sucedido, le contó que «estaba jugando con la niña, moviéndola de arriba hacia abajo y sufrió un golpe en la parte occipital de la cabeza al golpearse con sus rodillas». Mover el niño en esa dirección «hace que el cerebro se pueda mover dentro del cráneo», llegando a producir el sangrado, pero tiene que ser un zarandeo «fuerte», concluyó. Hoy presentarán sus informes los forenses.