Lustros lleva Rafael Aznar al frente de su quiosco de flores en la plaza Salamero. Y después de tanto tiempo este, desde luego, no está siendo su año. A finales de enero su tienda se rodeó de vallas después de que la estructura del párking subterráneo que hay debajo suyo cediese varios centímetros. Y después vino la pandemia.

«La gente ya casi no se acerca porque se cree que el acceso está cerrado», explica Aznar. El cercado que rodea toda la plaza excluye el acceso a su tienda, por lo que se puede entrar, pero el aspecto que ofrece el entorno no es demasiado «apetecible». «La gente sigue preguntándome mucho sobre lo que ha pasado aquí, como estoy todos los días, se creen que lo sé todo. Pero vamos, parece que va para largo», dice el florista frente a su negocio.

Cuando empiecen las obras de remodelación de la plaza, eso sí, Rafael Aznar tendrá que volver a cerrar su quiosco de flores. En principio, el ayuntamiento le ofrecerá una nueva ubicación provisional para los meses que duren los trabajos, aunque Aznar todavía no tiene una oferta por parte del consistorio.

«No sé qué haré. Llevo aquí toda mi vida y me lo tendré que pensar. Dependen de lo que me ofrezcan pensaré si trasladarme a otro sitio o cerrar mientras duren los trabajos», asegura. En la zona, Aznar no es el único preocupado por el devenir de las obras de la plaza Salamero. La reforma era ansiada por muchos, pero los plazos no encajan en las previsiones de los comerciantes. Varios coinciden en apuntar que fuentes municipales les han dicho que los trabajos se prolongarían durante más de un año y medio.

El párking de la provincia

Los responsables de la tienda de moda y complementos Verones, en la esquina entre la plaza Salamero y la calle Cinco de Marzo, aseguran que el cierre del párking está «afectando muchísimo», y eso que el subterráneo de César Augusto, con el que conecta, sigue abierto. «Este era el párking de la provincia», explica uno de los dependientes. Y es que entre muchos de los habitantes de los pueblos de Zaragoza existía la costumbre de aparcar su coche en este aparcamiento para después pasear por el centro.

«Parece que las obras podrían acelerarse, pero el impacto por el momento está siendo bastante grande», añade.

Ángel, el dueño de la tienda de ropa Arsènne, en la calle Teniente Coronel Valenzuela, que une la plaza Salamero con el Coso, corrobora también esta versión. «Está afectando mucho y lo notamos desde el primer día. Y mira que el párking de César Augusto sigue abierto, pero no es lo mismo», esgrime.

Antes, explica, la gente salía del subterráneo por la plaza Salamero y se daba una vuelta por los negocios de la zona. Ahora aparcan en la avenida colindante y bajan directamente al coso. «Entre lo del párking y la pandemia está siendo un año...», zanja.

Desde la Unión Vecinal Cesaraugusta reclaman celeridad en el proceso de remodelación. Su recién nombrado presidente, Constancio Navarro, explica que la reforma era una reclamación constante por parte de los residentes de la zona, pero espera que no se alargue «y que se haga cuanto antes».

Su deseo y el la asociación vecinal Cuatro Plazas es que la plaza Salamero se convierta en un entorno peatonal con el tráfico restringido, más verde y que sirva para redibujar este emplazamiento del centro de la capital aragonesa.