Los mejores tesoros son los que están escondidos, sobre todo cuando una equis marca el lugar. Algo parecido sucedió con el retablo de la iglesia de San Salvador de Ejea de los Caballeros. Escondida bajo una capa de pintura barroca esperaba paciente una joya del gótico aragonés. Las pistas que había ido dejando la representación original eran evidentes (los mapas del tesoro no dejan lugar a dudas): se intuían los antiguos pigmentos tras los desconchones, había constancia documental de su existencia, asomaban en los bordes de las tablas. Pero no fue hasta 1986 --después de que la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ) asumiera la restauración de la iglesia ejeana-- cuando se pudo confirmar el tesoro que se conservaba bajo el repinte barroco. A partir de ese momento la recuperación de esta obra ha sido completa y deja sorprendidos a todos los visitantes.

Según se explica en la guía Arte en la provincia de Zaragoza editada por la DPZ, el retablo (en el que participaron de algunos de los pintores más conocidos en Aragón en esa época, como son Blasco de Grañén y Martín de Soria) cuenta con una variada riqueza de oros y color. Pero lo más importante es que en las tablas se puede descubrir "la realidad viva de la sociedad de aquel momento, que desfila ante los ojos del visitante desempeñando sus oficios, celebrando banquetes, pasando su día a día en el interior de las casas, vestidos los nobles a la moda, los caballeros a lo militar y los pobres con arreglo a su condición, conversando a las afueras de ciudades de altas torres y murallas, trabajando junto al río, asomados a las ventanas o tomando el sol sobre el pretil de un puente". Un verdadero tesoro de información histórica que ha llegado hasta nuestros días sin olvidar su cometido principal: explicar la vida de Jesús y servir como marco para mostrar la talla del Salvador.

La entrada al templo es libre y a partir de marzo, con la puesta en vigor de los nuevos horarios turísticos, se puede contar con el acompañamiento de voluntarios que se coordinan gracias a un programa municipal, según destaca el director gerente de Sofejea, entidad pública que coordina la promoción turística de la localidad, José Luis Jericó.

En el retablo, de forma magistral los personajes de la Historia Sagrada se mezclan con ciudadanos vestidos a la usanza de la época, entran en sus ciudades y sus casas, magníficamente representadas, y toman parte de los actos comunes de su vida. En la Huida a Egipto se puede descubrir (si se presta una atención especial) a personajes que siegan y vendimian, a soldados a caballo que han salido de una ciudad cercada por un río que rodea sus murallas (quizá la Zaragoza de la época).

Además, según la guía provincial, se puede aprender "cómo se fajaba a los recién nacidos (en la Adoración de los Pastores) y se amortajaba a los difuntos (en la Resurrección de Lázaro), cómo se adornaban los templos y cómo se vestían los judíos y los nobles (en la Epifanía), o advertimos detalles propios de la arquitectura civil y defensiva bajomedieval".

En todo caso, la iglesia de San Salvador merece una visita por sí misma. Lo primero que descubre un viajero es su aspecto de fortaleza, muy característico de la zona de las Cinco Villas, con su torre almenada, el camino de ronda y el coronamiento de almenas. Además se observa otra torre, inconclusa, que debió añadirse andado el siglo XIV. Como advierte Jericó, aunque se dispone de un convenio con el obispado para gestionar la visita turística a los templos, los horarios pueden modificarse en función de las necesidades del culto.

Patrimonio histórico

Pero Ejea de los Caballeros es mucho más. Su rico patrimonio histórico, lleno de tesoros por descubrir, hace que sean necesarios varios días de visita para descubrirlo por completo. Tras la obligada visita a la oficina municipal de turismo (no tiene pérdida: se encuentra frente a la iglesia del Salvador) es muy recomendable recorrer las muestras de arquitectura civil que deja el intrincado casco urbano. Durante un paseo atento se puede descubrir, según explican desde el servicio de turismo, una buena muestra de caserones de estilo aragonés a lo largo de las calles Ramón y Cajal, Herrerías, Mediavilla y Plaza de España. Abarcan un periodo amplio: desde el siglo XVI hasta el XVIII, ambos incluidos. Entre otras destaca la casa del Carlista y casa Bentura en la calle Ramón y Cajal.

De este modo, en Ejea, gracias a la Oficina de Turismo, que centraliza todas las peticiones y sugerencias de los visitantes (web, correos, reservas-), según precisa Jericó, se intenta que día tras día la satisfacción del visitante sea mayor.