Es una realidad más que conocida. Todos lo saben, todos los que pueden actuar y atajar el problema conocen el número de menores que se encuentran en riesgo de exclusión social, o que ya están excluidos. Y todos son conscientes de las consecuencias negativas que esto provoca en su desarrollo y en su futuro. En Aragón, en el 2018, el 19,9% de los menores de edad estaba en riesgo de pobreza o en exclusión social, un 0,7% más que en el 2017, según el último estudio de Ebrópolis sobre los Indicadores de bienestar de la Infancia y Adolescencia en Zaragoza del 2019.

Este porcentaje supera la tasa de pobreza de la media de la población aragonesa, lo que supone «una situación de mayor vulnerabilidad de la infancia aragonesa» respecto al resto de la población. Sin embargo, es diez puntos inferior al 29,5% de la media española.

Para que esto suceda entran en juego muchos factores. En el informe se explica que existe «una marcada diferencia» de acuerdo al nivel de estudios de los progenitores. Tendrán más facilidades aquellos cuyos padres tienen estudios superiores y su nacionalidad es española. Así de cruda es la realidad.

También tiene mucho que ver que el 1,2% de los niños entre 0 y 17 años viva en hogares con baja intensidad de trabajo (la media nacional está en 7,6%) o que la proporción de población infantil aragonesa que en el 2018 vivía en hogares con privación material severa fuera del 1,8%, más que en el año anterior. Una porcentaje que, nuevamente, se incrementa cuando se trata de familias extranjeras.

Otra de las causas está relacionada con que el 27,7% de los hogares aragoneses con menores en la vivienda no puede afrontar gastos imprevistos, un valor muy superior al 19,8% del 2017.

Esto repercute en que el índice de desigualdad en menores que viven en hogares cuya rentas son mayores o menores . Hay que tener en cuenta que la renta neta media anual por persona en Zaragoza el año pasado fue de 12.211 euros por habitante, casi 700 más que en el ejercicio anterior. El problema es que existen claros desequilibrios entre los distintos barrios de la capital aragonesa, en los que acaban generándose guetos.

El informe de Ebrópolis también revela que el 17,4% de los menores de edad vive en hogares con problemas de habitabilidad, como goteras, humedades en paredes, suelos, techos o cimientos, podredumbre en los suelos, marcos de ventanas o puertas. Este porcentaje se incrementó en 5,2 puntos entre el 2017 y el 2018.

Estos factores, sumados a otros tantos y sociales, afectan emocionalmente en los menores. Siempre según el estudio de Ebrópolis, en el 2017, la comunidad aragonesa obtenía peor puntuación que la media española en síntomas emocionales, pero mejor en problemas de conducta, hiperactividad, problemas con los compañeros y conducta prosocial. En general, las niñas presentan peores datos emocionales salvo en hiperactividad, en la que hay mayor sintomatología en los niños.

Delitos, atención y acogimiento

En el 2018 se registraron 141 casos de denuncias por delitos contra la libertad y la indemnidad sexual en menores de edad, diez más que el año anterior. Esta cifra está por encima de la media de la última década.

Los jóvenes y niños atendidos en los centros municipales aumentaron en más de 2.000 menores entre 2018 y 2019. De los 22.362 que acudieron, el 96% lo hizo en centros urbanos, frente al 4% de los barrios rurales.

El acogimiento familiar descendió del 2018 al 2019, pasando del 21,7% al 12,4%. En la provincia de Zaragoza, el total de menores que estaba en acogimiento familiar disminuyó, pasando de los 76 a los 41.