La reforma del Mercado Central lleva años esperando un proyecto real y viable. Las prioridades de la rehabilitación siempre han sido las mismas: que se mantenga su condición de mercado de abastos y su estructura. Pero los tiempos han cambiado y la reforma integral lleva paralela la dinamización de su entorno y usos complementarios. El proyecto de las empresas elegidas para redactar el plan director --Ingennus y Baika-- incluye la restricción al tráfico en la zona este del mercado, entre las calles Manifestación y Torre Nueva, donde se instalarían veladores, y una zona de ocio en el interior con productos vendidos por los detallistas.

El responsable de Urbanismo, Pablo Muñoz, quiso dejar claro que todavía no hay una idea concreta, sino un proyecto sobre el que trabajar. Este documento, que ofrece las "pistas" del futuro plan director, propone restringir al tráfico de carga y descarga de la zona este del mercado, eliminando los arcos hierro de la calle y los aparcamientos actuales. El horario se limitaría hasta las 10.00 horas y en sus laterales se instalarían veladores, siguiendo la tónica de los de la calle Murallas Romanas. De esta manera, se cumpliría el objetivo de dinamizar su entorno.

En el interior del mercado se crearía una zona de ocio en el centro, reservada para los hosteleros, donde habría gastrobares y puestos ecológicos que servirán productos del propio mercado para incentivar su compra. Respecto al número de puestos, se crearán entre 80 y 90 --actualmente hay más de 150-- y sus instalaciones serían más amplias que las actuales. Muñoz explicó que la reducción es objetiva teniendo en cuenta que hay varias casetas cerradas.

La remodelación pasa por conservar el carácter del mercado de abastos pero jugando el papel de plataforma de comercialización y distribución de la huerta de Zaragoza y del producto agroecológico. También se plantea crear una primera planta que se destinaría a usos complementarios de venta de productos ecológicos e, incluso, la disponer de un aula en que impartir cursos.

El arquitecto de Ingennus, Manuel Castillo, explicó que con su propuesta pretenden "que el mercado se abra hacía afuera, se dinamice y genere atracción mediante unos usos complementarios". Añadió que el plan debe centrarse en la visión urbanística y artística así como en el modelo de gestión de esta histórica infraestructura. Las ideas que contempla el proyecto no se materializarán hasta que se realice el proceso participativo. Se trata de una segunda fase que se abrirá a los agentes y a los servicios municipales implicados. El proceso participativo finalizará en septiembre y el plan director estará redactado antes de noviembre. Entre los aspectos que se debatirán será si hacer las obras por fases. Mientras duren los trabajos, Castillo propone que los detallistas se instalen en casetas en la avenida César Agusto, por lo que la primera fase de las obras consistiría en el derribo los arcos y la peatonalización de la zona. La restricción al tráfico obligará al Gobierno de la ciudad a rediseñar el transporte público que tendría que ofrecer una alternativa para llegar a la zona.

PROCESO

Desde Baika, Carmen Magrazó explicó que el futuro del mercado pasa por crear usos complementarios que atraigan a más público. "No es un contenedor finito, su actividad puede expandirse por el barrio", subrayó. La renovación debe servir para iniciar un desarrollo sostenible de los barrios de San Pablo y el Temple, combinando los usos tradicionales del mercado de abastos con nuevos y variados servicios.

Ambas empresas tienen por delante la misión de realizar un estudio del estado actual del edificio y sus deficiencias, desarrollar un plan de movilidad y accesibilidad al mercado y estudiar qué intervención urbana requiere la zona. También habría que diseñar un plan de transición para minimizar el impacto de las obras en los detallistas y el plan de gestión y viabilidad económica.