Pocos son los que pasan por las inmediaciones del Mercado Central de Zaragoza y no se paran a mirar qué se cuece en su interior. Pronto no tendrán que hacer malabares para descubrirlo porque el mercado de abastos va a ser completamente transparente. Porque la transparencia es lo que se lleva ahora.

El alcalde de Zaragoza, Pedro Santisteve, decía ayer que será «espectacular» la luz que entrará por las paredes de cristal, que permitirán ver la actividad que tiene un verdadero mercado de proximidad, un mercado de los de toda la vida. El primer edil anunció que posiblemente en las próximas fiestas del Pilar ya estará abierto y lucirá su mejor cara. Hasta que eso suceda queda mucho trabajo por hacer. La buena noticia es que «las obras progresan según los plazos previstos» y ya se han ejecutado al 30%. Junio es el mes que se han marcado para tener terminada toda la obra civil, entonces llegará el turno de los detallistas, que tendrán los meses de verano para comenzar a montar sus puestos de venta.

De los 74 todavía quedan 19 por adjudicar y, según el alcalde, seguro que acaban teniendo dueño. Del total, cuatro serán bares y se ubicarán en la parte central. El concejal de Urbanismo, Pablo Muñoz, explicó que se quiere crear como una plaza central en el interior del mercado, de manera que habrá dos pasillos perpendiculares y en cada una de las cuatro esquinas de esta intersección una barra de bar. También se van a instalar tres ascensores para que las personas con movilidad reducida puedan acceder.

Esta semana se terminará de colocar la cubierta, siempre que el cierzo lo permita, apuntó el arquitecto director del proyecto de reforma, José Antonio Aranaz. También está previsto que la próxima semana comiencen a instalarse las cristaleras que rodearán toda la infraestructura. El mercado se va a convertir en una especie de gran caja de cristal donde se podrá ver desde la calle todo lo que sucede en su interior y desde los puestos el trasiego del día a día del centro de la ciudad. Es una de las principales novedades que, además de darle un aire renovado a las instalaciones, «comercialmente será más atractivo» porque permitirá a los peatones y turistas ver qué se vende y, quizá, animarse a entrar, explicó el arquitecto.

MÁS DE 100 AÑOS

En la estructura, que tiene 123 años, ya luce el color gris metálico originario, aunque el mercado ha sido teñido con un sinfín de colores. «Ahora el color lo darán los tarjetones que se están restaurando y los propios puestos que llamarán la atención con sus productos», explicó Aranaz. Una de las cosas que se han tenido claras desde el principio en este proyecto ha sido la de salvaguardar la esencia del mercado, así, su estructura se mantiene intacta. Lo que se ha hecho ha sido reforzarla, ya que estaba muy castigada por el paso de los años. Aranaz explicó que con la actividad diaria no se pudo valorar con exactitud el estado en el que se encontraba, por lo que se ha tenido que readaptar el proyecto a las necesidades. Los elementos más dañados son el forjado del suelo de la planta calle y el sótano, muy deteriorados y que está complicando las tareas.

También ha habido que reparar siete pilares metálicos. Aún así, el presupuesto no se ha disparado y los imprevistos, que se contaba con ellos, han originado un coste extra de 662.800 euros, lo que elevará a 8,8 millones el gasto final. La remodelación del mercado de abastos, además conseguir fusionar la imagen de lo antiguo con lo moderno, permitirá que los detallistas recuperen su espacio de trabajo original y aumenten sus ventas. Al menos esta es la previsión del Gobierno municipal.