Tras más de 24 horas de búsqueda en varias provincias, la Guardia Civil encontró ayer tarde en Minglanilla (Cuenca) lo que podrían ser los primeros restos de la bola de fuego que miles de personas avistaron el domingo en múltiples puntos de Aragón y de España. Los agentes hallaron varios cráteres con vegetación quemada aunque, en principio, sin fragmentos del objeto causante del hipotético impacto. La zona será examinada hoy por expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) desplazados exprofeso al lugar. En Aragón no hubo movilización ni de Protección Civil ni de la Benemérita al no haber indicios de que pudiera haber fragmentos de un meteorito.

Este hallazgo fue el primer resultado de un operativo integrado por más de un centenar de guardias civiles, miembros de Protección Civil y voluntarios que rastrearon varias zonas despobladas de León, Palencia, Cuenca, Soria y Castellón, donde varios testigos aseguraron haber visto caer el meteorito.

La zona peinada con más intensidad fue un rectángulo de unas 20.000 hectáreas de pinar y monte bajo y de 25 kilómetros de anchura situado entre los municipios de Renedo de Valderanuey (León) y Guardo (Palencia). En esta franja geográfica, numerosos vecinos alertaron a los servicios de emergencia de la presencia de una "gran bola de fuego que dejaba una estela plateada" seguida de una fuerte explosión y un temblor de tierra que hizo vibrar los cristales de las viviendas de Renedo.

MOVILIZACION La Guardia Civil movilizó aquí a más de 30 agentes, un helicóptero, miembros de protección y unos 50 vecinos del pueblo que ayer no hallaron ni rastro del objeto volante, aunque sí detectaron un campo incendiado sin que mediara ninguna causa aparente.

Los expertos apuntaron que el fuerte ruido y el temblor podrían haberse debido a la velocidad con la que el meteorito surcó el cielo, por encima de la barrera del sonido, y no a un impacto con el suelo. Antonio Elipe, catedrático de Astrofísica y decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza, aseguró a este diario que bólidos como el avistado el domingo son frecuentes. "Se trata de rocas que forman parte del sistema solar y que chocan con La Tierra. Si una vez atravesada la atmósfera queda algo, puede ser del tamaño de un terrón de azúcar, algo muy difícil de encontrar", señaló.

"La Luna tiene sus famosos cráteres por el choque de estos asteroides, ya que al no tener atmósfera los golpes son muy fuertes", añadió.

En la misma línea de cierto escepticismo, el CSIC advirtió de que "las posibilidades de encontrar fragmentos son muy escasas". El organismo público precisó que hasta que no se hallen restos no puede hablarse propiamente de meteorito, sino de bólido, una materia cósmica que no llega a tocar tierra porque se destruye al penetrar en la estratosfera.