El joven de 20 años que falleció el pasado martes en Calatayud, al parecer de meningitis irreversible, estuvo cincuenta minutos en la sala de Urgencias del Hospital Ernest Lluch esperando a que los médicos le atendieran, según aseguró a este diario la madre de la víctima, Teresa Picazo. Angel Julián Lafuente se aquejó de los primeros síntomas --dolor de cabeza, fiebre y sudoración-- en la madrugada de ese mismo día. Ya por la tarde, el enfermo acudió con los "ojos hinchados y manchas moradas en la piel" al servicio de Urgencias acompañado de su madre, donde falleció tras ser ingresado en la UCI.

Según explicaron los familiares de la víctima, por la mañana observaron que tenía la fiebre muy alta --"40 grados"--, y avisaron por teléfono al centro de salud. Sin embargo, el médico de guardia le dijo que seguramente "con una ducha fría se le pasaba". Media hora después, sobre las 7 de la mañana, llegó el facultativo y le inyectó una dosis de Nolotil para quitarle el dolor de cabeza y bajarle la fiebre.

A las 10 de la mañana, Teresa Picazo, comprobó que su hijo no mejoraba y lo llevó al centro de salud. "El médico me dijo que se trataba de un proceso vírico corriente", aseguró la madre. Sobre las 14.00 horas, tras detectar que llevaba manchas moradas por todo el cuerpo, sus familiares le llevaron a los servicios de Urgencias del Ernest Lluch. Sin embargo, según la versión de la madre y un hermano de la víctima, "no fueron atendidos por los servicios médicos del hospital hasta las 15.00 horas, después de estar unos 50 minutos suplicando que le atendieran en la sala de espera". Una vez dentro, el joven falleció en una hora.

FALTA DE ASISTENCIA Los familiares de Angel Julián Lafuente han mostrado su intención de denunciar el caso cuando se obtengan los resultados de la autopsia al considerar que el joven "no fue atendido convenientemente" por los servicios sanitarios. Por su parte, la DGA no quiso hacer ningún comentario oficial. Teresa Picazo no comprende por qué no se reparó antes en el estado de su hijo, que llegó al hospital en "estado muy grave". "Tuve que llevar a mi hermano a hombros porque decía que no sentía las piernas", explicó su hermano Diego.

"¡Por favor, cójanlo, está morado!", insistió repetidamente la madre de Angel Julián Lafuente --según su versión-- a los enfermeros del servicio de Urgencia. "Parecía un zombi, tenía los ojos blancos e hinchados, y tenía el cuerpo lleno de sudor y de manchas moradas y, sin embargo, seguían llamando al resto de pacientes sin que nadie reparara en él", asegura consternada Teresa Picazo. Según los familiares del fallecido, la respuesta que recibieron de una enfermera ante sus quejas, fue: "mire si hay urgencias".

Cuando finalmente le llegó el turno, el médico le comunicó a su madre --según indicó esta última-- que "tenía una patología muy extraña" y le mostró su asombro de que no se le hubiera atendido antes. "Al tumbarlo en la camilla echaba espuma por la boca", aseguró Teresa Picazo. Lo llevaron a la UCI pero ya no salió con vida. La víctima fue enterrada el pasado miércoles después de practicársele la autopsia judicial, cuyo resultado podría conocerse dentro de un mes. El entorno de la víctima ha sido sometido a un tratamiento de prevención contra la meningitis ante las sospechas de que se trate de esta enfermedad que es contagiosa.