"¿Por qué en otro centros de España sí hay un control y un protocolo exhaustivo en el suministro de los tratamientos biológicos y en Zaragoza no?". Mª Isabel Sevilla Moreno no puede más. Esta aragonesa sufre desde hace 22 años artritis reumatoide erosiva con actividad y asegura que, desde hace un tiempo, su vida "se reduce a estar en casa día tras día llena de dolor" con un "aumento de la dependencia".

Sevilla denuncia el tratamiento recibido por parte del servicio de Reumatología del hospital Clínico de Zaragoza desde el 2012, cuando su especialista se jubiló y ella, según apunta, "empezó a empeorar a marchas forzadas". Antes de ese año, ella asegura que "podía ir sin cita si me encontraba muy mal y cada tres meses máximo me sometía a controles de analíticas y ecografías, resonancias, radiografías", explica.

Sin embargo, todo cambió después. Isabel solicitó un par de veces visitar al especialista de Reumatología a través de su doctora de cabecera, pero la cita no llegaba. "Después de una caída del sofá y un empeoramiento de la rodilla, llamé desesperada al servicio y me dijeron que fuera a Urgencias. Allí me dijeron que tenía una artritis ya diagnosticada y que era mi especialista quién tenía que verme".

Ante la ausencia de la cita, su marido la llevó "literalmente a rastras" por los dolores al Clínico. Finalmente, le atendió un especialista, que le cambió toda la medicación. "Empecé a recibir biológicos en vena, pero nadie me informó ni supervisó, cuando sé que en otros hospitales una reumatóloga lleva un protocolo y revisa el proceso. Si viviera en algún otro lugar, estaría enferma, no cabe duda, pero estaría siendo mejor tratada", denuncia.