Vuelve al escenario en Zaragoza con 'Redford & Newman, dos hombres sin destino', una comedia que comparte con Sinacio y Nerea Garmendia y que representarán en el Teatro de las Esquinas de Zaragoza los días 10 y 11 de enero. No son ni Robert ni Paul, ni siquiera Katharine Ross. Tampoco lo pretenden. Solo quieren «hacer reír mucho».

—¡Qué buena película aquella de ‘Dos hombres y un destino’!

—Sí, pero no tiene nada que ver. Estos son dos hombres sin destino.

—¿De dónde surge la idea de 'Redford & Newman'?

—Nos juntamos Sinacio y yo para preparar algo de teatro, que nos apetecía a los dos. Poco a poco la fuimos creando. El título fue de lo primero que creamos, una idea suya. A mí me llaman Redford en la obra porque en la universidad tenía un Ford Fiesta rojo. Y a él le llamaban Newman por otras razones que explicamos en la obra.

—¿Ni siquiera su personaje es del tipo granuja de Robert Redford?

—No en ese sentido. Yo soy un casado recién divorciado, con cinco hijos, y Sinacio es un soltero de toda la vida que se ha creado su pequeño mundo ordenado y limpio. El mío es más desastroso. En ese espacio es donde se juega en la obra, entre el ying y el yang, el bueno y el malo, el gracioso y el serio...

—En cualquier caso, una comedia sin tapujos.

—Sí. Una comedia divertida en la que se habla de temas de actualidad y también de desactualización porque nos juntamos dos personajes después de 25 años que estamos totalmente desfasados, con un robot, una vecina por la que luchamos para ver si estamos todavía en el mercado... pero con nuestras argucias antiguas desfasadas. Les prometo que les vamos a hacer reír y mucho.

—¿Hace mucho que no actúa en Zaragoza?

—Hace tres o cuatro años, también en las Esquinas. Estuve con la 'Mikipedia' de los monólogos. Ya tenía ganas de volver, es una plaza que no me puede fallar.

—¿Vuelve a menudo a casa?

—Me fui a Madrid en el 92 a hacer la mili y por razones profesionales no he vuelto a vivir a Zaragoza, pero voy a menudo. Nochebuena y Navidad, de hecho, las pasé allí. Mi madre todavía vive en Pedrola y en Nochevieja vuelvo otra vez.

—¿Sigue muy unido entonces?

—Sí. Suelo ir una vez al mes. Me siento muy zaragozano, presumo y ejerzo como tal. Nací en Miguel Servet, crecí y estudié allí, primero en Santo Domingo de Silos y luego en Santo Tomás de Aquino. Y más tarde en la Facultad de Derecho, aunque la carrera no la acabé. Eso no se olvida nunca, siempre lo llevaré muy a gala.

—¿La dirección de Ángel Martín es casualidad?

—No. Se lo pedimos. Nos ayudó a escribir la obra y, además, siempre necesitas una persona que te vea desde fuera, te vea actuar y te diga cómo ve las cosas.

—¿Cómo se siente un zaragocista en Real Madrid TV?

—Soy madridista por parte de padre. Era muy zaragocista, pero le tocó la época esa de Di Stéfano y aquello para su generación era tremendo. Yo sigo pagando dos abonos todos los años y voy todo lo que puedo a La Romareda. Estuve hace poco en el partido contra el Racing, que ganamos. Ya sé que hay gente que interpreta que los aficionados deben de ser de su equipo y nada más, que si no parece una pequeña traición. Pero, vamos, hay mucho infiltrado por ahí. Yo digo que también soy madridista porque no tengo por qué ocultarlo.

—Lo que falta es que vuelva a jugar el Zaragoza en el Bernabéu.

—Sí. Espero que suba este año ya. Hay buen equipo, una gran historia, una ciudad con potencial... No tiene sentido que el Zaragoza esté en Segunda.