Aragón arrastra en los últimos ocho proyectos de Presupuestos Generales del Estado (PGE), incluido el último cuya no aprobación ha precipitado la caída del Gobierno socialista, una merma acumulada de cerca de mil millones de euros derivados de las partidas plurianuales que, sistemáticamente (con la única excepción del 2014), reducen la cantidad de dinero prevista para los proyectos aragoneses respecto a lo que se suponía que les iban a dedicar el año anterior. Podría pensarse que es un problema general, pero el hecho es que otras comunidades autónomas que acaban teniendo más de lo previsto. De hecho Aragón es la tercera que más reducción experimenta tras las dos castillas.

Los grandes proyectos que requieren financiación estatal, desde desdoblamientos de carreteras a implantación de grandes programas, hacen necesarias estas partidas plurianuales, ya que es imposible afrontar el pago en un solo ejercicio. La mecánica habitual es dividir la cuantía estimada de la actuación en varios años, y por tanto las cuentas de un ejercicio incluyen una previsión de lo que se va a gastar el siguiente en cada proyecto fraccionado.

El problema es que, como propósitos de año nuevo, el dinero que supuestamente iba a llegar en el ejercicio en cuestión se reduce notablemente cuando llega la hora de elaborar el nuevo presupuesto. Al menos en el caso de Aragón. Así, lo que en el 2011 iban a ser 702 millones de euros para el 2012 acabaron siendo 463; ese año se planificaron 516 millones de euros para proyectos aragoneses en el 2013, y se quedaron en 326. Y así, sucesivamente, se fueron acumulando disminuciones que, con la única excepción del 2014 (cuando hubo 366 millones en el presupuesto, 17 más que los previstos) hacen que la cifra ronde los mil millones de euros en ocho presupuestos.

Es cierto que, al tratarse de proyectos presupuestarios, sujetos a cambios vía ennmiendas, la inversión que reflejan no es definitiva. Menos aún cuando la ejecución, lo que realmente se gasta de lo presupuestado, es siempre inferior, en ocasiones notablemente. Pero es cuanto menos un buen indicador como declaración de intenciones del Ejecutivo central. No hay más que pensar en el avance de las grandes obras para constatar que la concreción no varía mucho. Es además una costumbre que se mantiene gobierne quien gobierne en Aragón pues mientras Mariano Rajoy presidía en España, en Aragón Luisa Fernanda Rudi dio el relevo a Javier Lambán sin grandes cambios en esta tendencia.

MINISTERIOS Y EMPRESAS

Las cifras incluyen las cantidades regionalizables -las que se pueden desglosar por territorios- tanto de las partidas del Tomo I de los presupuestos (la de los ministerios) como del Tomo III (las empresas públicas, principalmente), que suman la práctica totalidad del dinero que recibe Aragón en esta modalidad fraccionada. Y este problema de procrastinación, de «no pagues este año lo que puedes dejar para otros», se da en ambos apartados. Lo que puede despertar más suspicacias es que no les pasa a todos los territorios.

Por ejemplo, en el Tomo III (las empresas públicas, que engloban obras importantes como las del ferrocarril), Aragón acumuló del 2012 al 2018 243 millones de euros, y eso que en este capítulo tuvo dos años de ganancia tras las enmiendas, el 2014 (25 millones más) y el 2016, con 73,5 millones. Fue la que más desfase negativo tuvo tras las dos castillas, pero en el extremo contrario, Galicia acumuló 2.390 millones de incrementos respecto a lo inicialmente presupuestado; Cataluña recibió 1.008 millones de euros más y Andalucía cerró el podio de las comunidades más beneficiadas con los cambios con 658 millones de euros.