La celebración de las Bodas de Isabel de Segura, en el 800 aniversario de la muerte de los Amantes de Teruel, amenaza con batir todos los records de asistencia de público. Al menos a juzgar por el aspecto abarrotado que presentaba anoche la plaza del Torico, con miles de espectadores acongojados ante la muerte de Diego de Marcilla y el lamento de Isabel de Segura.

La Fundación Bodas de Isabel destacaba ayer el «salto cualitativo» que ha supuesto esta edición «en cuanto a calidad, profesionalidad y medios técnicos», además de la calidad de los actores.

Estos se lucieron ayer desde la llegada de Diego y las tropas almogávares por la puerta de Daroca, que fueron recibidos por los lugareños con vítores, como corresponde a tropas victoriosas y a gente que espera en una taberna. Pero Marcilla descubrió al poco de llegar que su amada acababa de desposarse, y montó en cólera, organizando una trifulca por la que fue detenido por escándalo público.

Así, a diferencia de otras ediciones, los espectadores no pudieron disfrutar de la escena de la visita de Diego a sus padres, pero sí de la del juicio rápido, bajo el fuero turolense, al que fue sometido. Finalmente salió absuelto, como se estila entre parte de la nobleza, pero sería una alegría momentánea para los espectadores.

SIN BESO

Porque, en el momento culminante de la noche, tras trepar por la cuerda al balcón de su amada, Isabel le negó el beso que tantos años había anhelado mientras estaba guerreando. Y con el corazón roto, Diego cayó muerto al poco a los pies de su escudero, Esteban, para desconsuelo del público.

Fueron los últimos y más esperados momentos de una jornada que, desde la mañana, ofreció a los cada vez más abundantes turistas un sinfín de actividades con las que entretenerse.

Ya por la mañana, la música y la danza llegaron de la mano del grupo turolense Manfredina, acompañado por tambores y dulzaineros oscenses de Monzón, los danzantes de Otava Milla Manzanares, llegados desde Ciudad Real y los pasacalles de Albaluna, Lurte y Los Alarifes de San Martín. No les faltaron calles atestadas que recorrer, ya que incluso el tiempo soleado acompañó.

Por la tarde, la expectación la acaparó el toro bravo nupcial, coordinado un año más por la Asociación de Amigos de la Soga y la Baga de Teruel, que ya se enraiza en esta recreación como rito de fertilidad en honor a la boda de Isabel con Pedro de Azagra, de anteayer. El recorrido del astado llegaba precedido de todos los avisos y medidas de seguridad necesarios y, como siempre, se saldó sin incidentes dignos de reseñar, según indicaron desde la Fundación Bodas de Isabel.

También congregó a miles de personas el torneo celebrado en honor al rey Jaime I, a cargo de los Caballeros de la Mesnada Real, en la plaza de toros de la ciudad. Los jinetes ejecutaron juegos, exhibiciones de riesgo, justas, acróbatas, tragafuegos e incluso hubo un bailarín derviche.

A estos espectáculos principales del programa se unieron los talleres y exhibiciones propios de un mercado medieval, amén de los juegos infantiles de lucha con los que los niños disfrutaron tremendamente. Y todo rodeado de la magia de una ciudad que se vuelca durante todos estos días en hacer sentir al visitante como si viajara en el tiempo 800 años atrás.

Esta magia se prolongará aún durante la jornada de hoy, cuando los visitantes comprobarán el desenlace de esta historia en los funerales por el descorazonado Diego de Marcilla. Habrá que comprobar cómo asume Isabel la muerte de su amante tras haberle negado un beso. Un final de sobra conocido, pero que por si acaso es mejor no comentar, por aquello de no hacer spoiler.