El militar destinado en la capital aragonesa que secuestró a su exnovia y al jefe de esta en el bar en el que ella trabajaba de camarera. en mayo del 2016 en Zaragoza, ha abandonado el centro penitenciario de Zuera donde ingresó de forma provisional. La Audiencia Provincial de Zaragoza ha valorado que el joven en cuestión, César Ambrosio García Solano, ha cumplido de esta forma cautelar los casi dos años de prisión que le impuso el tribunal.

También reconoce que el enjuiciado no tiene antecedentes penales y que ha abonado la indemnización que corresponde a las víctimas. Por otro lado, la Fiscalía de Zaragoza tampoco ha argumentado que sea necesario que permanezca entre rejas.

César Ambrosio García Solano se enfrentaba inicialmente a 17 años que solicitó, tras oírle declarar, la representante del ministerio público. Una reducción considerable de la pena que responde a que el tribunal provincial aceptó las atenuantes que presentó el abogado defensor, José Luis Melguizo: reparación del daño y la considerable embriaguez del procesado cuando cometió los hechos.

FALLO / La Audiencia de Zaragoza señaló en su sentencia que la detención ilegal que realizó no es grave, ya que «puso en libertad a sus víctimas entre una y dos horas después de la detención». Los magistrados también tomaron en cosnideración que fue el propio acusado quien acabó «de forma voluntaria» con la retención por cuanto «la simple recomendación de la madre de la expareja o la amenaza de una eventual y futura intervención de la policía no desnaturaliza este hecho».Junto al delito de detención ilegal fue condenado por otroleve de daños, ya que César Ambrosio García Solano reconoció que había arrojado contra el suelo el teléfono móvil de su expareja.

Como hechos probados la sentencia considera que el joven cerró con llave el bar La Viejoteca, situado en el zaragozano barrio de La Almozara, en el que estaba, impidiendo salir del mismo a su exnovia, camarera donde se produjo el secuestro, y al jefe de esta. Durante un par de horas, este joven propinó golpes a sus víctimas, profiriendo, además, expresiones tales como «malparida» y «perra», incluso les llegó a decir que les iba a matar, a uno después de otro.

Como consecuencia, la mujer sufrió lesiones que no precisaron atención médica, mientras que el hombre padeció policontusiones, un edema en la rodilla izquierda y una herida sangrante en la mano. Fue necesaria la labor de los bomberos para forzar la puerta y abrir el establecimiento. De los delitos de amenazas e injurias fue absuelto.