"Lo importante no es ganar la guerra, sino ganar la paz". Llevando a la práctica la máxima de Carl von Clausewitz, el gran teórico de los conflictos bélicos, la OTAN ha organizado en Zaragoza un curso de Cooperación Cívico-Militar (CIMIC) que tiene como objetivo preparar mediadores y cooperantes que sepan cómo moverse en un país recién salido de una guerra.

En el curso, que se ha desarrollado entre los días 14 y 25 de junio en instalaciones de la Agrupación de Apoyo Logístico, han participado 42 oficiales y suboficiales de dieciséis naciones, entre ellas España, Jordania, Francia, Italia, Kazajstán, Letonia, Estados Unidos e Irlanda.

"De este curso saldrán los expertos que luego irán destinados a Afganistán, Kosovo, América Central, Bosnia, Irak y futuros focos de conflicto", afirma el comandante Stewart, un reservista canadiense que se ha encargado de dirigir a los profesores.

Una vez en su destino, los responsables de la cooperación entre las tropas y la población civil se ocuparán de coordinar labores como la reconstrucción de infraestructuras, el reparto de ayuda humanitaria, la asistencia sanitaria y el reasentamiento de civiles desplazados o refugiados.

"La figura del cooperante, que es más exacta que la de mediador, es consecuencia de la multiplicación de los actores en los conflictos", explica el comandante Aparicio, profesor de la Escuela de Guerra, que aunque tiene su sede en Madrid posee una delegación en la capital aragonesa.

"La población civil --continúa-- estaba antes en segundo plano, todo se solventaba entre los ejércitos, y lo mismo puede decirse de las ONG, que sólo han salido a primer plano muy recientemente".

"Los ejércitos de la OTAN y de sus países asociados cada vez demandan más profesionales especializados en misiones de cooperación y en la ejecución de actividades de ayuda", confirma el comandante Eduardo Diz, que pertenece al Departamento de Misiones de Paz de la Escuela de Guerra.

El curso de Zaragoza, cuarto de este tipo que se imparte en España, ha abordado la teoría de la cooperación internacional, pero ha hecho hincapié en la resolución práctica de los problemas que se presentan en las zonas en situación posbélica. Se han escenificado incidentes en puntos de control, se han elaborado proyectos concretos de cooperación, se ha aprendido cómo a atender a la prensa y se ha enseñado a organizar reuniones entre interlocutores de intereses contrarios.

Una de las asignaturas de más peso ha sido el montaje de un centro CIMIC, que es donde se atiende a los civiles y que se levanta siempre fuera de las instalaciones propiamente militares. Las técnicas de negociación y la forma de realizar entrevistas, por su parte, han ocupado un número importante de las sesenta horas de clase.

"Uno de los ejercicios --comenta el comandante Aparicio-- ha consistido en valorar, casa por casa, el estado en que se encuentran los habitantes de una localidad devastada por la guerra".

La relación con las ONG ha sido asimismo un punto muy cuidado de las jornadas, en las que han intervenido representantes de la Cruz Roja, el MPDL y Psicólogos sin Fronteras.

"La cooperación cívico-militar es el futuro", resume el capitán Sayat Yangúlov, un alumno venido de la antigua república soviética de Kazajstán. "Por el momento --agrega--, mi país ha enviado una unidad de ingenieros a Irak, y por eso mismo es muy posible que más adelante se decida a enviar expertos en relaciones con la población civil".