Lo cantaban Los caballeros de la quema: «Buenos Aires pega por la espalda». Las continuas crisis vividas en Argentina han obligado a parte de su población a abandonar su país y hasta seis mil personas llegaron a instalarse en Aragón a finales de la década de los noventa. De ellos, al menos 2.000 encontraron en Zaragoza una ciudad en la que reconstruir lazos de comunidad y poder compartir asados, milongas y dulce de leche.

«Por suerte tenemos estas redes altruistas», explica el portavoz de la Asociación de Argentinos de Aragón, Leandro Piragini. Los primeros emigrantes económicos que llegaron a la ciudad no se encontraron una comunidad activa como la que pueden localizar ahora. Las redes sociales son fundamentales, pues ahí pueden consultar por cuestiones legales y administrativas. Pero también pueden descubrir círculos de afinidad que van desde la música a los deportes. Cosas de porteños: del tango al fútbol.

Un argentino en Zaragoza puede sentirse como en casa. Aunque oficialmente solo 500 de ellos viven en la ciudad, este dato es engañoso por la facilidad que existe para obtener la doble nacionalidad, momento en el que ya comienzan a pasar desapercibidos para la administración, aunque no para un oído atento a la musicalidad del acento. Sean de Mar del Plata, de Córdoba o de Santa Fe las reuniones alrededor de un buen corte de ternera -«ya conocemos a los carniceros que lo hacen como en casa», explica Piragini- se hacen en las parrillas de Puerto Venecia o de La estanca, en el barrio de las Delicias. Para los dulces lo mejor es la pastelería Baires, en la calle de las Cortes o para el tango lugares como la milonga. El resto son todo facilidades: la cerveza Quilmes se puede encontrar fácilmente en los supermercados o los locutorios. Y con Spotify uno puede estar al día con las novedades de Los auténticos decadentes o La orquesta típica Fernández Fierro. Lo que no se encuentra en la capital aragonesa es la familia o los compañeros que quedaron atrás.

«Tengo sentimientos encontrados, después de 17 años en Zaragoza mi vida ya está hecha aquí, pero el emigrar te priva de padres, hermanos, o amigos, espero que ahora se puedan revertir las cosas por allí», indica.

Mañana se cumplen 84 años de la muerte del símbolo Carlos Gardel. No está claro si pasó por Zaragoza. Pero se puede brindar con Fernet en su memoria.