Ese minibaile de minicargos habido en el miniGobierno aragonés no es sino una minicrisis o incluso un miniajuste, un miniplisplás, una mininoticia. Lo que yo digo: teniendo a los Príncipes de viaje de novios por aquí (luna de miel exótica donde las haya), a ver de qué nos vamos a dar mal con los vaivenes de la señora Verde y el señor Larraz, personajes tan modestos que ni siquiera fueron invitados a la Boda .

Con doña María Teresa, la ex-consejera de Universidad y Nuevas Tecnologías, no sé muy bien qué ha pasado. Por lo visto no se adaptaba. Don Alberto, ex-consejero de Sanidad que la ha sustituido en el puesto, es un político cumplidor que siempre ha creído en la Sanidad pública; aunque mantener en marcha el Salud con sus conflictos laborales, sus listas de espera y sus déficits le haya dejado literalmente exhausto. Como casi todo tiene solución en esta vida, ha bastado hacer un minirrelevo cruzado... y listo. Más fácil que hacer mayonesa con una minipimer.

Sin embargo y pese al carácter minimalista de este asunto, los que están en el ajo detectan en el Pignatelli una atmósfera más tensa y cargada de lo normal. Lo cual no me extraña, porque siendo el presidente Iglesias hombre capaz de zurzir cualquier roto (o por lo menos de intentarlo) está llegando a ese punto en el que ya no es suficiente con templar gaitas. Ahora en Madrid mandan los suyos, el trasvase ya no será el gran argumento electoral, las competencias traspasadas a la DGA en los últimos años empiezan a dar quebraderos de cabeza y, como no me canso de repetir, los aragoneses estamos muy resabiados.

Podría pensarse que la minicrisis en cuestión ha sido dada a conocer en estos días de chaparrón nupcial y absoluta ubicuidad principesca para disimular una noticia bajo el estruendo de la otra. Pero yo voy más lejos: llego a pensar que el miniajuste es una distracción mínima pero crucial para impedir que miremos al Pirineo sin ley, donde las excavadoras destruyen parajes irrepetibles para ampliar las pistas de esquí y abrir paso a los bloques de apartamentos, o que reflexionemos sobre las miserias urbanísticas de Zaragoza y la impotencia institucional para ponerles fin. Estos y otros problemas (que no son miniproblemas sino problemones) son los que andan estresando a los jefes y jefas. Pero tranquilos, que el verano queda cerca.