El Monasterio de Veruela (Zaragoza) recibió 56.517 visitas durante el año pasado, de las que 42.868 fueron individuales y 13.649 de grupos.

Por meses, agosto fue el que más afluencia de visitas tuvo, con 9.496 personas, según ha indicado la Diputación Provincial de Zaragoza en un comunicado en el que recuerda que el monasterio es uno de los monumentos más visitados de Aragón y está abierto todos los meses del año.

Cuenta con una programación cultural propia de conciertos, recitales poéticos, exposiciones o teatro que lo convierten en un destino muy atractivo para los turistas.

Veruela fue una de las principales fundaciones cistercienses en España y la más temprana en Aragón.

La institución provincial ha recordado que Pedro Atarés, señor de Borja, cedió a la Orden del Císter en 1146 un lugar en las faldas del Moncayo para que estableciera una comunidad de monjes blancos que le ayudase a arar y labrar por primera vez al mismo tiempo que organizar aquel territorio recién reconquistado y consolidar y atraer a la población cristiana.

Una de las principales características del Monasterio de Veruela es el perfecto equilibrio de sus proporciones ya que posee una armonía matemática pura, dónde todo está calculado a partir de unos pocos módulos básicos: los que hay grabados en la denominada "piedra de mesura", que se conserva junto al acceso a la sala capitular.

Sobre estas medidas se calcularon todos los elementos del monasterio, la anchura de los vanos y las columnas del claustro hasta la altura de las naves de la Iglesia o el grosor de los muros.

El monasterio fue abandonado en 1835 por la Desamortización de Mendizábal y, sacado a pública subasta en 1844, la Comisión central de Monumentos Artísticos de Madrid reclamó su conservación e impidió su licitación al mejor postor, salvándolo de su total destrucción.

Desde entonces fue hospedería y refugio de numerosos viajeros románticos, entre los que destacaron los hermanos Bécquer.

Después pasó a la Compañía de Jesús que se instaló en Veruela con un noviciado que se mantuvo desde abril de 1877 hasta 1973, con la sola interrupción de la expulsión de la orden durante el Gobierno de la República y la Guerra Civil (1932-1939), siete años en los que volvió a estar abandonado.

En 1976 la Dirección General de Bellas Artes del Estado español lo cedió en usufructo a la Diputación de Zaragoza para su rehabilitación y conservación y desde entonces se han recuperado y restaurado sus dependencias donde diversas escuelas taller han potenciado y recuperando los oficios.