Los tres monjes de la Orden de San Jerónimo que residían en la localidad turolense de Báguena abandonaron ayer el convento de San Valentín, que desde 1611 había estado ocupado por religiosos.

Según informó a Efe el alcalde del municipio aragonés, Luis Calvo, estos tres frailes residían en este convento desde hacía tres meses. Allí decidieron ir a vivir después de que fuera abandonado por las monjas clarisas que habían residido en él desde su fundación.

Las religiosas, apenas una decena de mujeres de avanzada edad, fueron trasladadas a Zaragoza por las dificultades que conllevaban para ellas algunas incomodidades del convento, como la ausencia de calefacción en el edificio.

Ello motivó, explicó el alcalde, que fueran sustituidas por tres frailes jerónimos que, entre otros proyectos, tenían previsto dedicarse a fabricar repostería y, a largo plazo, reconvertir en convento en una hospedería para turistas y visitantes.

Sin embargo, la orden ha pedido a los tres monjes que abandonen el convento, a pesar de la oposición de los vecinos del pueblo a que se vayan de la localidad, ya que, según el alcalde, "estaban muy integrados con la gente de la localidad". "Además, estábamos acostumbrados a que el convento estuviera ocupado por religiosos", agregó Calvo.

El alcalde informó de que en el pleno que celebró el ayuntamiento el pasado viernes, todos los representantes municipales expresaron "el pesar del pueblo" por la situación de los frailes.

El edificio, que será asumido formalmente por el Obispado de Teruel y Albarracín una vez que los tres monjes lo hayan dejado definitivamente, quedará cerrado.

El alcalde señaló que desde el consistorio no tienen ninguna alternativa para evitar la marcha de los monjes.

"No podemos hacer nada porque la ocupación del edificio no depende de las instituciones públicas", remarcó Calvo, quien además rechazó que desde el ayuntamiento se haga cualquier tipo de llamamiento para impedir la partida de los monjes de Báguena.