Benedicto XIII de Aviñón ha pasado a la Historia como el antipapa, pero el calificativo tiene que ver más con las circunstancias políticas que rodearon su mandato que con sus circunstancias personales. Natural de Illueca, acabó sus días en el castillo de Peñíscola, abandonado por todos su aliados y empecinado, como buen aragonés, en mantener hasta el final la mitra papal.

La memoria de Benedicto XIII (cuyo nombre seglar era Pedro Martínez de Luna) se mantiene siempre presente en Illueca, pues el castillo en el que nació domina toda la población.

Parece ser que la construcción de la fortaleza se llevó a cabo en el siglo XIV, antes de que el futuro y discutido papa viera la luz en uno de sus aposentos en 1328. De esta época son los primeros pisos y algunas de las habitaciones del ala sur, como la sala dorada y la alcoba, que la tradición identifica con el lugar donde nació el papa Luna. Sin embargo la decoración mudéjar de estas estancias se llevó a cabo por este mismo personaje a principios del siglo XV o finales del XIV. Es conocida la actividad a favor del arte y la cultura de Pedro Martínez de Luna así como su afición a la arquitectura y decoración mudéjar por lo que no es improbable pensar que contratara a su maestro de obras preferido, Mahoma Rami, para la ejecución de la ornamentación del palacio, a pesar de que no hay constancia documental de ello.

Según precisan en la guía Arte en la provincia de Zaragoza editada por la Diputación Provincial (DPZ), aunque utilizado como residencia de los señores, debido a la posición fronteriza del edificio, "está concebido como enclave defensivo con torreones en torno a un patio central descubierto (posiblemente el patio de armas que ahora es un hueco de escalera), con una entrada en el muro norte desaparecida durante las obras del siglo XVII". Si bien no dispone de una planta regular, el de Illueca es uno más de la lista de castillos-palacios de Aragón que siguen este esquema, como el de Mesones de Isuela, Mora de Rubielos o Valderrobles.

Convertido en una hospedería, las visitas guiadas al recinto están gestionadas por la comarca del Aranda. En la actualidad la fortaleza comparte los dos usos (el hotelero y el turístico) aunque a lo largo del tiempo muchas de las habitaciones del castillo han ido desapareciendo y actualmente quedan muy pocas que puedan visitarse y que tengan trascendencia artística e histórica. En general, el turismo de Illueca se centra en las compras de calzado. "Hemos estado desbordados durante la Semana Santa", reconocen. Desde el consistorio intentan que el turismo que acude al municipio para realizar sus compras descubra la riqueza patrimonial y gastronómica del lugar, más allá de la fortaleza de Pedro de Luna. "Queremos que aprovechen la visita para conocer nuestras calles y que puedan disfrutar de la amplia oferta hostelera de Illueca", precisa el alcalde Ignacio Herrero.

Palacio barroco

En sus calles se puede observar la iglesia de San Juan Bautista, muy modificada en los siglos posteriores, pero de cuya construcción mudéjar todavía quedan algunos vestigios en los muros de la nave, así como la torre conservada junto al crucero barroco, en el lado sur. La fachada es barroca y sorprende por su intensa decoración. De la misma época es el palacio de la casa Saldaña. En su fachada destacan las buenas rejerías en el primer piso y en los balcones y ostenta en piedra un representativo escudo de armas.

Una de las cosas más sorprendentes que encontrará el visitante que acuda al castillo del papa Luna es una reproducción de su cráneo, arrancado de su cadáver a principios del siglo XVIII durante la guerra de sucesión, que se encuentra en una coqueta capilla interior. Además, se pueden visitar varias estancias que reproducen los muebles de la época y el aspecto que tendrían en aquellos años y en las que todavía se conservan artesonados y yeserías originales. Una forma de revivir una posible iglesia de Aviñón que quedó arrinconada definitivamente por el poder y las intrigas de Roma.