Las empresas contratadas para desalojar el bloque de la calle Justo Navarro afectado por una sima el pasado día 10 de noviembre iniciaron ayer la mudanza del inmueble. Las dos familias a las que les tocó abrir el turno de desalojo entraron en sus viviendas a primera hora de la mañana junto a los operarios para indicarles los enseres que deseaban rescatar. A lo largo del día de hoy se unirán dos unidades más con las que se espera que puedan desalojarse tres viviendas por día, para que la mudanza completa esté concluida en el plazo aproximado de un mes.

Las primeras viviendas desalojadas corresponden a la planta superior del número 6 de la calle Justo Navarro, la que presenta una situación arquitectónica menos crítica de las dos escaleras en que se divide este bloque.

Dos equipos de media docena de operarios embalaban los objetos y los sacaban a la terraza que da a la calle Galdar, ya que los puntales colocados en la fachada dificultan la operación por la calle principal. Una vez sacados los objetos son situados en unas plataformas móviles que se deslizan por una grúa hasta los camiones, con los cuales se transportan hasta su ubicación final.

Antonio Mateo, vecino del 5ºA, fue uno de los inquilinos que comenzó a desalojar el mobiliario de su vivienda. Una vez que conoció que se iba a derribar el edificio decidió vaciar todas las habitaciones para poder conservar los enseres de su familia. Unicamente va a dejar allí los muebles del baño, ya que son los más costosos de desmontar y los que más complicaciones producen a la hora de reutilizarlos.

DECISION DIFICIL Esta es la opción que van a seguir la mayor parte de los vecinos, aunque también hay quienes han optado por no salvar ni un solo mueble de sus viviendas. "Está todo muy viejo, y va a costar más sacar los muebles que el valor que tienen", comentaba María Moros, una de las afectadas. Ayer algunas familias todavía no habían decidido qué hacer a la espera de ver los inconvenientes y el coste que les lleva a los primeros vecinos.

Por ejemplo, Carlos Visanzay aún no sabe sí desalojará el salón y una de las habitaciones. La vivienda en la que reside actualmente está amueblada y va a tener que llevar los enseres a un piso que le ha prestado un amigo en otro municipio, por lo que deberá sumar los costes de la mudanza y transporte para saber si le merece la pena.

Muchos están también a la espera de poder entrar a las viviendas para ver el estado de su mobiliario. "No sabemos con lo que nos vamos a encontrar, porque son dos meses sin estar en las viviendas, así que cada uno decidirá lo que se lleva y lo que opta por dejar allí", afirmó el presidente de la comunidad de vecinos, Juan José Langa.

El desalojo se realiza de forma coordinada entre los técnicos contratados por los propietarios y el personal técnico y de seguridad del ayuntamiento. Los vecinos tuvieron que firmar durante la mañana de ayer el consentimiento para que las empresas contratadas realicen la mudanza. Y, por supuesto, el compromiso de asumir el coste.