El periodista zaragozano José Miguel Pérez Bernad, Chemi, falleció el lunes por la noche a los 67 años, sin haber podido vencer al cáncer que le fue diagnosticado hace unos meses. Redactor de tribunales y sucesos de EL PERIÓDICO entre los años 1993 y 2009 ha tenido una dilatada carrera profesional en la que ha recibido varios premios, el último en abril de este año: el que le otorgó la Asociación de Periodistas de Aragón (APA) a su trayectoria. Pero no fue el único, también había sido galardonado con el del Colegio de Abogados de Zaragoza y el del Colegio de Procuradores, entre otros.

Chemi sintió la pasión por el periodismo muy joven, a los 19 años, y comenzó a ejercerlo a finales de los años 60 en Aragón Express, un diario vespertino que abandonó para incorporarse a la redacción de El Noticiero, donde se encargaba de la información sindical hasta el cierre del diario en 1977.

Su compromiso con la izquierda política le llevó a trabajar en Mundo Obrero hasta que en 1985 formó parte de la plantilla del extinto El Día de Aragón. Fue en esa redacción del polígono El Portazgo donde se sumergió de lleno en la información de tribunales y sucesos. Una especialidad que acabó siendo su gran pasión, continuada después en Diario 16 Aragón y desde 1993 en EL PERIÓDICO, y en la que ejerció de maestro de varias generaciones de periodistas noveles.

Sus aportaciones a la crónica negra en la prensa aragonesa han sido y son reconocidas: su rigurosidad --le gustaba contrastar los datos con varias fuentes--, su humanidad --especialmente en el tratamiento a las víctimas- su humildad en el trabajo y ese olfato innato del periodista de raza que transmitía entusiasmo.

Consumidor de cine, lector empedernido y viajero incansable, recorrió medio mundo. Gloriosas eran sus explicaciones de lo visto y lo vivido cuando regresaba de sus exóticos viajes. Tanto como sus lecciones sobre historia --en especial de la Revolución Rusa, la II Guerra Mundial o la guerra civil española-- y no cabía discusión cuando se trataba de conversar sobre Cuba o Santiago Carrillo, por el que sentía especial afecto y al que entrevistó en varias ocasiones.

Militante del PCE, sindicalista de CCOO durante muchos años, y muy amigo de sus amigos, tuvo en Clarisa, su compañera, una cómplice ideal y en Pablo, su hijo, un sucesor en la profesión. Le gustaba reunir a sus amistades en casa, en torno a una buena lifara que él mismo preparaba. Y eran y son de todos los colores. Porque entre su legión de amigos los hay de distintas ideologías y de todas las sensibilidades: de la infancia, de la militancia, de las redacciones, de las fuentes informativas y hasta del clero.

Chemi se prejubiló hace ocho años y se alejó de la profesión. Se dedicó a cultivar, aún más, la lectura, los viajes, los amigos... Hasta que el cáncer traicionero se lo ha impedido. Se ha ido el 11 de diciembre, el mismo día que se conmemoraba el 30 aniversario de la masacre de la casa cuartel, uno de los más terribles sucesos ocurridos en Aragón. Hoy le despediremos en Torrero, a las 10.15 horas. Que la tierra te sea leve, compañero.