Los vecinos de Zaragoza se volcaron ayer con la celebración del día de San Valero, a pesar del frío y la lluvia, convidada inusual de una cita que, un año más, fue multitudinaria. Sobre todo en el reparto del roscón en la plaza del Pilar, donde se repartieron en torno a 20.000 raciones en el arranque de una jornada festiva en la que, además, se abrían centros municipales como la casa consistorial, el edificio Seminario, los museos públicos y, como gran novedad, el centro de Arte y Tecnología, o Etopía, visitados por casi 16.000 ciudadanos.

El alcalde de Zaragoza en persona, Juan Alberto Belloch, distribuyó las primeras raciones del dulce. "Es sorprendente ver cómo pese a la lluvia hay tanta gente esperando su turno para ver el ayuntamiento y comer el roscón", destacaba el alcalde, quien asemejaba el reparto del roscón, que organiza EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, a un "acto participativo que es una metáfora de que no se puede gobernar sin contar con la gente y sin acercarse a ella". Y los ciudadanos acudían porque "a los zaragozanos no nos pueden ni los elementos".

Aunque el gran roscón hubo de cubrirse para que no se estropease con la lluvia, no se tuvo que suspender ningún acto por el temporal. En la jornada de puertas abiertas el primer edil destacó la novedad de mostrar Etopía, que tenía "un carácter simbólico" por acercar a la gente a "la ciudad del conocimiento". Acudieron 300 personas.

COLABORACIÓN Al reparto del roscón se unieron también el gerente y el director de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, Juan José Espligares y Jaime Armengol, respectivamente. Este diario apenas cumplía su primer año en los quioscos cuando quiso empezar a compartir con sus lectores la celebración del patrón de Zaragoza. Son ya 23 los san valeros patrocinando este acto, tantos como años han vivido fuera Ana y Carmen, madre e hija que ayer aprovecharon "que ya estamos de vuelta en casa para recuperar las tradiciones perdidas", empezando por el típico dulce.

Una costumbre que otra zaragozana llamada también Ana ha querido inculcar desde bien pequeñitas a sus hijas, María y Carmen, de 8 y 3 años. "A pesar de la lluvia no hemos querido dejar pasar la tradición porque venimos todos los años. Y este no iba a ser menos, ya que nos habíamos preparado para venir".

Finalmente, hasta la lluvia fue amainando y la fila de gente que aguardaba su roscón bajo un paraguas iba en aumento, hasta llegar a la calle Alfonso en los momentos de más afluencia.