Las osas eslovenas soltadas por Francia a principios de otoño en Aspe y Ossau han dejado el primer ataque mortal contra el ganado al matar una oveja de un ganadero de Uztárroz, en el valle del Roncal. El departamento de Administración Local, Desarrollo Rural y Medio Ambiente confirmó ayer este hecho recogió ayer el Diario de Navarra. El percance tuvo lugar cerca de una borda situada a uno 6 kilómetros de la localidad de Uztárroz en un término ubicado en el la zona de Laza, a 1.200 metros de altura. Según informó el diario navarro, el propietario de este ganado fue también uno de los que sufrió los ataques del célebre Camille, ya desaparecido. Los últimos ataques constatados en suelo foral datan de 2016 y fueron producidos por Neré, oso que al parecer actuó también este otoño en la localidad aragonesa de Aísa.

En la vertiente pirenaica española se empieza a ver con preocupación la presencia de estos osos, y más desde que se conoce que las agresiones de plantígrados a rebaños subieron en lo que va de año un 70 % en el Pirineo francés con respecto al año pasado, aunque el número de animales perdidos se estabilizó. Así lo notificó ayer la Prefectura de Ariège, el departamento más afectado. Las cifras van en el sentido de lo denunciado por el sindicato agrícola Confédération Paysanne, muy crítico con el proyecto del Gobierno de repoblar la especie en el macizo, donde soltó el pasado mes dos osas de procedencia eslovena. Según las autoridades del departamento de Ariège, en lo que va de año se han registrado 448 denuncias de agresiones de osos, de las que 428 han dado lugar a una indemnización por parte del Estado. Los osos mataron un total de 625 ovejas, 14 bovinos, dos caballos, tres perros y una cabra y acabaron con 16 colmenas de abejas.

Según los datos del departamento francés, el año pasado había 44 osos en los Pirineos, la mayor parte de ellos en Ariège, al norte de la provincia española de Lérida. Francia fue sancionada por la Unión Europea por no preservar el oso en los Pirineos.

Las dos últimas osas eslovenas fueron liberadas en el valle de Aspe (al norte de Aragón), una zona en la que los registros indicaban que había solo machos, lo que hacía peligrar la continuidad de la especie y por tanto se repobló con hembras.