Ha mejorado el tiempo y hoy ha amanecido soleado. Encantados por este repentino regalo meteorológico, rápidamente hacemos planes para aprovechar el día, pues en la Antártida no abundan los días claros. Decidimos sacar la zodiac y hacer un reconocimiento de la zona cercana al campamento. Repostamos la embarcación y entre todos la llevamos a la costa.

José Antonio González Ballesteros pilota la zodiac. Pero nadie le llama por su nombre, pues en el ambiente antártico se le conoce por Lucky debido a su gran parecido con el personaje de los comics Lucky Lucke.

Se enfunda el traje de seguridad, que garantiza la flotabilidad y supervivencia en aguas congeladas en caso de caídas, y se pone al mando de la barca. Lucky es brigada de Infantería y ha estado muchos años en unidades de Operaciones Especiales del Ejército. Tiene mucha experiencia con este tipo de embarcaciones y ejerce de patrón con soltura. Participa en la misión por petición del investigador principal del proyecto, ocupando plaza de científico. Su experiencia en las dos últimas campañas en apoyo expreso al proyecto de geodinámica han hecho de él una persona muy valiosa para la expedición.

Este militar está siempre dispuesto para el trabajo y, con una sonrisa y una broma en los labios, es la persona idónea para trabajar en la Antártida, donde para hacer cualquier labor hay que contar con la ayuda de los demás.

Llegamos hasta las cercanías del glaciar Grande. Esta gran torre helada cubre un enorme valle que desemboca en la bahía de Caleta Cierva, arrojando al mar inmensos bloques de hielo que se encaminan lentamente hacia el norte como silenciosos buques fantasmas.

Estos icebergs tienen unos colores muy variados, que van desde el azul claro hasta el blanco puro y dibujan curiosas formas que incitan a la imaginación: desde plataformas horizontales a siluetas en diente de sierra. Aunque se ven inmensos, es por debajo de la línea de flotación donde los témpanos tienen un mayor volumen. En su desplazamiento hacia el calor del norte se va derritiendo su parte inferior y llegan a darse la vuelta súbitamente, creando formas aún más sorprendentes.

Debemos tener cuidado con las zonas de brass que se extienden a menudo por toda la bahía, y que son superficies extensas llenas de hielos flotantes. A veces el brass tiene pequeños témpanos que pueden resultar realmente peligrosos. Y en ocasiones se cierra y se ve una laguna extensa llena de bloques de hielo grandes y pequeños. La barca debe sortear estos hielos, pues un golpe contra la hélice del motor puede producirle daños y obligar a sus componentes a volver a la base con las espadillas, unos pequeños remos que se llevan en el interior de las embarcaciones.

Localizamos a lo lejos una foca subida a un témpano y decidimos acercarnos para averiguar de qué tipo es. Nos situamos a un par de metros del bloque. Un escalofrío recorre de repente nuestra espina dorsal. Se trata de una foca leopardo, inconfundible por su enorme boca, que le da un aspecto amenazador. Alguien comentó que un ejemplar de éstos había matado a una científica británica hace unos meses. Ese mismo pensamiento pasa por nuestras cabezas casi al unísono.

Damos la vuelta al témpano para obtener una buena foto suya, pero cuando levanta la cabeza y nos mira como preguntándose quién le molesta de su siesta, decidimos poner distancia entre la foca y nosotros, no sea que le entren ganas de jugar o de perseguir a los intrusos.

Sorteamos varios hielos complicados y cuando ya nos hemos separado cien metros y vemos que la foca leopardo se vuelve a recostar, respiramos tranquilos.

Es José Manuel Enríquez de Salamanca quien ha logrado hacer la mejor fotografía de la foca leopardo y quien nos señala cuál puede ser el siguiente objetivo de nuestras cámaras. Vamos a reconocer la isla Musgo y en esa dirección hay una gran bandada de aves antárticas posadas en el agua. José Manuel es un hombre calmado y reflexivo, fogueado en situaciones complicadas, no en vano lleva varios años como profesor de Matemáticas en un Instituto de Barbate, en Cádiz. Pertenece al grupo de investigadores del profesor Berrocoso desde hace años y es también veterano antártico.

Ha demostrado que su selección ha sido un acierto, no sólo por su calidad como científico, sino también