Los nervios y la emoción podían verse en las caras de los más de 50 niños del coro infantil del colegio Pompiliano de Zaragoza momentos antes de empezar el concierto. Pero no solo ellos esperaban con ilusión, un numeroso grupo de padres se acercaron ayer, cámara en mano, hasta el patio del Palacio del Arzobispado para ver a sus hijos cantar villancicos. «Vuela, vuela esa estrella que nos dice que ya es Navidad...». Así decía la letra de una de estas canciones con las que se dio la bienvenida a una de las épocas más esperadas por muchos de ellos.

Los niños, que han estado ensayando desde el mes de octubre, realizan esta actividad como extraescolar. «Cursan entre tercero y sexto de Primaria y además de este concierto, la próxima semana cantarán en residencias de ancianos para felicitarles las fiestas», explicó Brianda Buesa, directora del coro.

Las luces

El director del museo diocesano, Domingo Buesa, junto al arzobispo de Zaragoza, Vicente Jiménez, recordaron la importancia de que «estas fechas sean de encuentro para que lo único importante sea vivir en compañía de los demás independientemente de su condición». De esta manera, y deseando a los presentes que «el 2017 sea un buen año en el que se cumplan todos vuestros deseos», inauguraron la decoración navideña del museo con el encendido de las luces de un gran abeto situado en el patio y la apertura del nacimiento napolitano de la Asociación Amigos del Belén de Zaragoza.

Se trata de un pieza única y totalmente artesanal que está compuesta por 79 figuras hechas a mano. La principal característica de este tipo de recreaciones, que fueron importadas desde Italia por el rey Carlos III, es que la vestimenta de todos los personajes se adecúa a la moda de la época del siglo XVIII. «Compro las piezas de las caras, las manos y los pies en Nápoles, que es el único sitio en el que se pueden encontrar las piezas originales. Después me encargo de pintarlas y vestirlas con telas que suelen ser de seda natural», apuntó María del Carmen Sáez, la artista que ha realizado la obra.

Los detalles del decorado en el que se ambienta la escena están perfectamente cuidados y trasladan a los visitantes a las ruinas romanas de la antigua Pompeya y Herculano. «Es muy importante que los edificios reflejen la realidad de la época. Ya llevo cuatro años exponiendo aquí este Belén y cada vez intento ampliarlo y perfeccionarlo para que sea completo», explicó Sáez.