La firma aragonesa Biosanz Organic se ha convertido en un referente en el sector de la fruticultura ecológica. La compañía ubicada en Épila dio sus primeros pasos en 1999 con apenas siete hectáreas de manzanas y tres de melocotón. Hoy, cuenta con 50 hectáreas de albaricoque, nectarina, paraguayo, pera, higo, manzana y melocotón que producen cada año 800 toneladas de fruta. El crecimiento de la empresa seguirá siendo exponencial a corto plazo, ya que prevé alcanzar las 1.500 toneladas en los próximos «cuatro o cinco años». «Tenemos muchas plantaciones jóvenes y hemos sumado nuevas fincas», destaca el director gerente de la firma, José Miguel Sanz.

El crecimiento de la empresa demuestra el auge de la agricultura ecológica tanto en la comunidad como en España. Actualmente, en Aragón hay casi 800 operadores: 654 agricultores y ganaderos y 133 firmas transformadoras, según datos del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica (CAAE). El sector ha ganado un centenar de socios en el último año y prevé sumar otros tantos durante el 2019.

Así, este nuevo modelo productivo, con apenas 62.000 hectáreas cultivadas en Aragón, aún tiene un gran recorrido teniendo en cuenta el incremento de la demanda por parte de los consumidores españoles. «En nuestra comunidad está todo por hacer ahora que las grandes superficies empiezan a apostar por lo ecológico», apunta Sanz.

Actualmente, muchos agricultores se ven obligados a exportar sus productos. Es el caso de Biosanz, que vende en países como Alemania, Holanda, Dinamarca o Francia el 90% de su fruta de hueso. «En la manzana y la pera la cuota de exportación es menor, en torno al 30%», explica Sanz, que durante los últimos ocho años ha presidido el CAAE.

Tanto su padre como su abuelo fueron agricultores en Épila. Sanz se incorporó a la profesión y en 1996, con tan solo 22 años, empezó a dar el salto del sistema convencional al ecológico. «En casa siempre se había utilizado la fertilización orgánica para el viñedo; creíamos en esa filosofía y queríamos buscar una calidad diferenciada», indica Sanz, que también cuenta con 65 hectáreas de cereal ecológico.

Además de en el exterior, la firma comercializa su fruta en diferentes supermercados Eroski, en el Alcampo de Utebo y Valdefierro o en los Carrefour del Actur y de la avenida Navarra. Para Sanz, este aspecto, el de la comercialización, es clave para el sector. «Los productores cada vez debemos estar más profesionalizados y saber llegar al punto de venta porque si sabemos producir pero no vender estamos muertos», explica.

En este sentido, el auge de este tipo de agricultura también está elevando la presión en los precios. «Cada vez viene más producto de Italia o Polonia y eso se nota», señala Sanz, cuya empresa emplea a siete personas fijas, aunque en la época de recolección su plantilla ronda las 45.

El sector en Aragón acaba de vivir un relevo importante. Antonio Artal, socio fundador de la firma Ecolécera, acaba de sustituir a Sanz al frente del Comité Aragonés de Agricultura Ecológica.