Los neveros son uno de los elementos etnográficos más representativos de la comarca de las Cinco Villas. Así, municipios como Uncastillo, Sádaba, Las Pedrosas y ahora Biota conservan este elemento tan esencial en la vida cotidiana de hace varios siglos.

Después de seis meses de trabajos acaban de terminar las obras de recuperación del nevero de Biota, fechado en el siglo XIX y situado en la continuación de la calle Argensola, junto al palacio de los Condes de Aranda. La intervención ha tenido un coste de 36.000 euros, procedentes de la Sociedad Pública de la Vivienda y del Suelo de Aragón, entidad que, además, licita, ejecuta y dirige la obra.

Los trabajos han consistido en la extracción de los escombros, que llenaban toda la construcción, la posterior limpieza de los muros, erigidos en sillares de piedra, y la consolidación de los mismos. Una vez efectuadas estas tareas, se recubrió de piedra la bóveda de cierre, que se encontraba en ruinas.

Paralelamente a las obras de rehabilitación del nevero se ha realizado una mejora del entorno. Especial atención se ha dedicado al arreglo de la ladera sobre la que se sitúa la construcción. En este emplazamiento se ha colocado además una pasarela colgante que permite dar la vuelta a la estructura. Asimismo, y para completar la zona, el ayuntamiento ha asfaltado la calle junto a la que se ubica esta significativa construcción. Todas estas iniciativas han tenido un coste de 12.000 euros que ha sufragado íntegramente el consistorio biotano.

Hielo en verano

Para el alcalde de Biota, Víctor Orduna, la recuperación del nevero "ha sido muy importante, ya que se trata de un proyecto que ha sido impulsado desde hace dos años y medio". Además, la rehabilitación efectuada en este elemento "permitirá mostrar la riqueza etnológica de nuestra tierra, ya que esta infraestructura se utilizaba para suministrar hielo a los vecinos de Biota y también a los dueños del palacio cercano a su lugar de ubicación", apunta el máximo responsable municipal.

Con una forma exterior similar a la de un iglú, los neveros poseen interiormente una amplia cavidad, a modo de pozo, que sirve para almacenar la nieve.

Estas construcciones tienen su origen en las comunidades asiáticas y africanas y se utilizaron en España desde el siglo XVI hasta el inicio del XX, en que comenzó a obtenerse el hielo por medio de la tecnología moderna. El sistema era sencillo. La nieve del invierno se introducía en los pozos, se prensaba y se cubría con un manto de paja, que funcionaba como aislante. Una vez llena, la nevera se cerraba hasta el verano.