Han pasado ya casi dos décadas desde que Teruel Existe surgiera a finales de 1999 para exigir servicios, infraestructuras y equipamientos básicos para un territorio que veía cómo languidecía con el paso de los años y que perdía, como un goteo incesante, su población. Buena parte de esta hacía las maletas para irse a otros puntos del país con mayores oportunidades. La lucha ha sido constante y las reivindicaciones han servido, al menos, para dar conciencia del grave problema que vive Teruel dentro y fuera de sus fronteras. Pero lo cierto es que, como una maldición con tintes literarios, los temores de aquellos primeros miembros de la plataforma han encontrado ahora su reflejo en sus propios hijos, entonces niños, que en muchos casos han tenido que buscar su futuro en otro lugar. En resumidas cuentas, un síndrome forzado del nido vacío.

Así lo define Manuel Gimeno, uno de los primeros miembros de la plataforma que estuvo presente en su momento fundacional. Sus dos hijos, que entonces rondaban la decena de años, ahora viven fuera; una en Ibiza y otro en Zaragoza.

Para él, y debido a la situación que vive Teruel, muchos jóvenes se han visto abocados a «abandonar la provincia e incluso el país». Recuerda que una de las plataformas que se sumaron a la marcha contra la despoblación de Madrid del pasado fin de semana fue, precisamente, la Marea Granate, compuesta por personas que se han visto obligados a buscar fuera del país una oportunidad que no encontraban en España.

masa crítica / Otro de los históricos del colectivo, Pepe Polo, también tiene a una hija viviendo fuera. En Alemania, nada menos. Esa marcha de las nuevas generaciones de Teruel la ve como un problema: «Cuando muchos jóvenes abandonan la provincia, pierdes masa crítica y espíritu emprendedor», lamenta, a la vez que considera que los que se van suelen contar con una formación superior: «Pierdes especialistas», apostilla.

La preocupación de una compañera por que sus hijos difícilmente iban a estar cerca de ella cuando crecieran fue uno de los motivos que llevó a acercarse a Teruel Existe a Francisco Juárez en aquel 1999. Veinte años después, enumera circunstancias que llevan a que la savia nueva se quede fuera de Teruel, una vez emprendido el camino, como el haber encontrado una pareja en otro lugar o un primer trabajo en la ciudad donde completó sus estudios.

De la misma forma, pone el foco en otro fenómeno que ahonda en la despoblación: el de los padres, una vez jubilados, que se van de Teruel. Para él, hay «cantidad de gente que, una vez jubilada, se traslada a la ciudad donde están sus nietos para echar una mano». Así, apunta a movimientos de población «que no salen en las estadísticas», pero que existen «y son muchísimos», destaca.

Juárez es nacido en Zaragoza y se trasladó a Teruel por motivos laborales. Cuenta que una de las cosas que le llamó la atención de su nuevo hogar fue que daba la sensación de que a la ciudad parecía que le faltara «una franja de población», la de los jóvenes, que reaparecía «sobre todo, en las vacaciones de Semana Santa», recuerda.

Sobre si Teruel Existe tiene un relevo generacional, se muestra poco optimista. «No veo savia nueva», afirma, aunque desea que tras la movilización de Madrid el mensaje haya calado en la población. «Las personas de mediana edad ven más el problema, ven cómo ese relevo generacional en negocios que ellos regentan no lo encuentran», considera.

Sobre este aspecto, Polo mantiene un punto de vista diferente. Para él, «claro que hay relevo» mientras existan «incumplimientos» y «abandono». «Teruel existe ha duplicado en la capital sus efectivos y las plataformas que se han revitalizado ahora han pasado algunas de dos personas a 25 en las comarcas», dice.

Giménez muestra un plantemiento intermedio sobre este aspecto. Así, aunque considera que el relevo, en principio, es «asignatura pendiente», porque los jóvenes «no se han acabado de implicar», sí que observó en las últimas movilizaciones más personas de estas edades que quieren participar activamente en la movilización ciudadana.

«Malo sería que no aprobáramos la asignatura», enfatiza, a la vez que indica que dentro de este sector de la población «hay gente muy sensible y muy valiosa» que están viendo lo que se juega la provincia.

Visiones distintas para el futuro de una plataforma que nació «con mucha ilusión», como recuerda Giménez, con «momentos muy importantísimos, muy combativos», según rememora Polo, como esa primera concentración en Teruel, la manifestación en Zaragoza del pasado año, el viaje a Bruselas para reclamar allí la dignidad de un territorio o la última marcha conjunta de Madrid.