Aragón es una comunidad muy visitada por la nieve. La última gran nevada cayó en abril de este mismo año, pero el pasado 6 de septiembre, solo cinco meses después, aparecieron los primeros copos de la nueva temporada en las laderas del macizo de Cotiella, en la comarca de Sobrarbe. Se trató de una débil nevada pero que marcaba el fin del verano.

De forma que entre las últimas nieves de la primavera y las primeras del otoño habrán transcurrido seis meses, de cumplirse las previsiones meteorológicas que anuncian precipitaciones en forma de copos a partir del sábado que viene tanto en el Pirineo como en el Prepirineo y el Sistema Ibérico.

De hecho, el mes de marzo pasado se cerró en el Pirineo con una gran nevada que cubrió de blanco numerosas localidades de montaña y obligó a circular con cadenas por las vías del Norte de Huesca, una situación que se prolongó durante el mes de abril.

Fue un fenómeno que golpeó con fuerza la vertiente sur de la cordillera y que obligó a cerrar los accesos a Ordesa ante el riesgo de que se produjeran aludes debido a la gran cantidad de nieve caída en cuestión de pocas horas.

El tiempo primaveral tardó en estabilizarse en toda la comunidad, algo que ya es característico de Aragón y que, en el caso de la provincia de Teruel, se saldó con un temporal de nieve entre los días 9 y 13 de abril que afectó especialmente en la sierra de Albarracín y en la de Pelarda. La nieve cayó en tan gran cantidad y durante tantos días seguidas que el peso del manto blanco que se depositó en los bosques provocó la caída de numerosos pinos y otros árboles.

ÁRBOLES CAÍDOS

Numerosas pistas de montaña quedaron impracticables al ser atravesadas por los troncos de los ejemplares abatidos por el temporal. Ante esta situación, los pueblos afectados pidieron al Gobierno de Aragón que acelerara la retirada de esos árboles caídos, pues temían, por la experiencia de otros años, que con la llegada del calor, proliferaran las plagas y se aumentara el riesgo de incendios forestales. Un recuento de los ejemplares afectados cifró en más de 20.000 los árboles caídos en los caminos y en el interior de los bosques y que fueron finalmente retirados.