El fenómeno se ve con bastante claridad en Zaragoza capital, donde el intenso debate sobre la relación entre pública y concertada deja en segundo plano todo lo demás. Sin embargo lo que verdaderamente está sobre la mesa desde hace tiempo es la ubicación de familias y niños en los diversos circuitos educativos que de hecho se han ido creando, a veces con independencia de la naturaleza específica de los centros. Resumiendo: los padres de clase media-media o media alta con buen nivel de formación o con aspiraciones al respecto quieren que sus hijos vayan a colegios donde el alumnado sea de naturaleza similar, homogéneo y capaz de obtener buenos resultados a poco que los profesores se esfuercen. Y eso no sólo les lleva a la concertada.

Desde hace años, el circuito público que va de los centros de Primaria de La Romareda al instituto Miguel Catalán y luego a la Universidad de Zaragoza ha sido solicitadísimo (lo sigue siendo más y más) incluso cuando el Sur de la capital aragonesa no había experimentado su última expansión urbanística. Lógico, porque los alumnos que pasaban por allí alcanzaban un alto nivel y su excelente rendimiento en Básica y Secundaria era garantía de éxito en los estudios universitarios. Colegios e institutos de otras zonas de la ciudad han configurado asimismo circuitos muy valorados y solicitados. No es que la gente prefiera lo privado concertado o lo público, sino que busca los escenarios formativos que le parecen más convenientes.

Es cosa sabida: lo que se quiere evitar es llevar a los hijos a centros donde niños procedentes de familias de renta y formación media-baja o baja integran un alumnado abigarrado, que proviene de diferentes culturas e idiomas y tiene mayores dificultades a la hora de seguir un ritmo homogéneo y exigente. En ese sentido, la concertada es una opción. En general, sus centros privados filtran a los niños mediante el simple procedimiento de exigir cuotas u otros pagos inasumibles por los más humildes (en algunos casos hablamos de 200 euros mensuales, en otros esa cantidad es más baja pero al inicio del curso hay que hacer también un importante desombolso). Pese a todo, hay colegios sujetos a convenio que no tienen buena fama... y su demanda es menor.

Aquí no va la cosa de idearios ni de religiosidad ni de libertad de elección (salvo la libertad que permita evitar centros copados por niños y niñas potencialmente problemáticos). La clave es otra, como digo. Y se percibe tras las reacciones a la polémica pero lógica decisión del Gobierno aragonés en orden a ir reduciendo el número de aulas concertadas si no son precisas.

La educación es un asunto muy serio. Es importante abordarlo con claridad y sinceridad. A todos los niveles: la existencia de conciertos, pero también la segregación de facto, el destino de los niños con dificultades, el destino de los niños bien dotados, la jornada continua (otro factor diferencial), el papel de los docentes en la programación, el bilingüismo... Por ello, la enseñanza pública, la que para muchos de nosotros es fundamental, debe autoanalizarse con rigor y reasumir su función. Sus circuitos han de ser los mejores.