El estereotipo de las mujeres científicas podría asociarse con una mujer solitaria, «empollona y friki que se pasa todo el día en el laboratorio». Y para demostrar que no es así, y para tratar de conseguir que, cada vez más niñas se acercan a la ciencia, la Universidad de Zaragoza, a través la Unidad de Cultura Científica, va a realizar una campaña gráfica en las calles de la capital aragonesa. Se llama Soy científica. Vivo en tu barrio y se basa en carteles que van a desplegarse por las calles de la ciudad para demostrar a la sociedad que las mujeres investigadoras «son de carne y hueso». Es decir, que existen.

Elisabeth Pirés es una de las once investigadoras que han prestado su imagen para la campaña y es profesora de Química Orgánica en el campus público aragonés. La iniciativa se estrenará hoy con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia y en el acto de presentación estará el rector, José Antonio Mayoral, y algunos representantes del Ayuntamiento de Zaragoza. «Las científicas podemos ser madres trabajadoras, vecinas, amigas y somos gente que tenemos la suerte, además, de que nos gusta muchísimo nuestro trabajo», cuenta Pirés. Además de la falta de visibilidad, ella misma ha atestiguado cómo la desigualdad crece conforme se escalan puestos en el mundo de la investigación. «En las clases de Química hay bastante paridad, incluso hay más estudiantes mujeres. Pero no hay tantas catedráticas. No damos ese último paso. La sociedad nos limita y nosotras también nos autolimitamos», dice. Si bien, Pirés espera que la situación se corrija: «Ahora los jóvenes, en general, se estabilizan más tarde. Lo tienen más complicado profesionalmente, pero también empiezan antes. Cada vez más mujeres jóvenes dan el paso y cada vez rompen más moldes».

Pero la infrarrepresentación de la mujer en la ciencia no solo se da en los puestos más altos. En Aragón, las mujeres solo representan al 22% del alumnado de las carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Y ese aparente desinterés de ellas por este tipo de grados no es casual. Lo explica Esther Borao, quien es la primera mujer que ha ocupado el puesto de dirección en el Instituto Tecnológico de Aragón (Itainnova): «Yo estudié ingeniería industrial y era de las pocas chicas en clase. Pero nunca sentí discriminación. Al revés. Pero después, conforme empiezas a trabajar, te das cuenta de lo que pasa. Hay algo cultural. Yo diseñé un juguete para niños y niñas de tres años para que aprendieran programación desde que son pequeños. Y observé que, a través de pequeños gestos, las niñas no se acercaban tanto a la tecnología. Los robots siempre se compran a los chicos, y eso marca. Me dio mucha rabia».

Es por eso que, hace seis años, junto con otras diez mujeres, Borao impulsó la creación de la entidad Mujeres Tech, una iniciativa amparada por Google que se ha marcado el objetivo de dar visibilidad a las mujeres en el sector digital, fomentar las vocaciones científico-tecnológicas entre las más jóvenes, y servir de plataforma para establecer una red entre las mujeres profesionales del sector en España. Desde su creación, han celebrado un evento anual, el Women Techmakers (menos este año pasado, por la pandemia), para concienciar y trabajar por este fin.

Borao ocupa ahora una dirección general del Ejecutivo autonómico y cuenta que, aunque trabaja rodeada de hombres, su ámbito se ha feminizado. La titular del departamento, el de Ciencia, es también mujer, Maru Díaz, y hoy participará activamente en los actos por el Día Internacional de la Mujer y la Ciencia: «Hay que animar a las niñas a que sueñen con aspirar a todo aquello que deseen e inventar el futuro. No solo una cuestión de justicia, sino que es vital para el desarrollo económico y el progreso de nuestra sociedad», dijo la consejera.