Han tenido que poner candados en la habitación de su hijo mayor, de 19 años, para evitar que Estefanía (nombre ficticio) acceda a ella con el fin de robar dinero con el que poder comprarse la droga. Llegó incluso a quitarle una viodeoconsola y una pluma estilográfica, regalo de la 1ª comunión, para venderlas y así disponer de efectivo con el que poder seguir consumiendo. «Estamos desesperados, ya no sabemos a qué puerta llamar», relata J. G. M., padre de esta joven aragonesa de 17 años que consume «a diario» y cuyo comportamiento agresivo se ha vuelto «insoportable». Tanto que han tenido que cursar una denuncia por violencia doméstica en su propia casa.

La familia cuenta a EL PERIÓDICO el «drama» que atraviesa y pide «ayuda y auxilio urgente» a la Administración tras acudir a varios centros y recursos «sin éxito» alguno. «Sale todas las noches de casa y vuelve siempre fumada. Nos consta que consume cannabis, pero nuestro temor es que vaya a más y algún día, dada su debilidad, pruebe otra cosa», cuenta J. G. M., que tiene otros dos hijos. «El mayor está en segundo de carrera, lleva una vida sana. La pequeña solo tiene 7 años e intentamos que no vea ni sea consciente de la situación. Es una pena», dice el padre.

Quieren ayudarla, pero ella no colabora. «No se adapta a ninguna de las terapias o cursos que la hemos llevado; no conecta y no siente motivación. Siempre abandona», cuenta. «No es una mala chica y ella sabe que necesita ayuda, es consciente de lo que le pasa, pero es una persona depresiva, una niña perdida que no se ve con fuerzas de afrontar el cambio tan grande de vida que sabe que requiere esto», explica.

A SU PROPIA ABUELA

Les ha robado dinero a sus padres e incluso a su abuela. «Fue este verano, en la playa. Le cogió lo que tenía en el monedero y se fue por ahí a comprar droga y consumir», relata.

Han probado con Proyecto Hombre, Adcara, Espacio Ariadna, el grupo de menores de la Policía Nacional, el Justicia de Aragón, el Salud, las áreas de Psiquiatría y el área de Menores del Instituto Aragonés de Servicios Sociales. Precisamente en Menores les están tramitando una plaza para que ingrese en un centro, pero J. G. M. insiste en que su hija «necesita estar interna» y lo ideal sería un ingreso en Psiquiatría. «Nos dicen que el espacio es un centro abierto, es decir, del que puede salir. Y esa no es la solución. Ella va a buscar consumo siempre, donde sea, siempre que pueda salir a la calle. Ella necesita estar internada», reincide. «La solución que nos da Menores supone echar a perder a nuestra hija», dice.

ANTES DE LOS 18 AÑOS

Esta familia aragonesa lleva 9 meses buscando ayuda para la joven y la situación les apremia porque en abril cumplirá los 18 años y el matrimonio se teme lo peor. «Se irá de casa y entonces la vamos a perder. Lo que queremos es que la traten y la internen ya, antes de esa fecha, sino se marchará y ya no podremos hacer nada», cuenta desesperado J. G.

«¿Y si prueba otra cosa? ¿Y si se mete todavía más en este mundo? Me duele decirlo y pensarlo, pero puede llevarle a situaciones de tener que traficar para consumir o prostituirse con el fin de conseguir dinero. No podemos permitir que toque fondo», explica.

Los problemas empezaron hace tres o cuatro años y acudieron a terapias familiares debido a su conducta agresiva, pero «no funcionó nada, al contrario, fue a peor», recuerda el padre. Fue buena estudiante, hasta que empezó a juntarse con «malas compañías», su actitud se volvió «muy rebelde» y apartó los estudios. «Emocionalmente ha tenido siempre muchos conflictos con sus amigos. Tiene mucho carácter y unas subidas y bajadas de humor fuertes».

J. G. reconoce que junto a su mujer pasan «días malos» en casa, pensando dónde estará y cómo va a llegar. Sufren por ella, pero especialmente por su hija pequeña, de 7 años. «No puedo permitir que vea lo que ve. Es muy angustioso», señala.

Su entorno actual de amistades no es bueno. Según su padre, se trata de gente que trapichea con droga y que, en la mayoría de los casos, «le suministra a ella». No es responsable, es «débil» y cree que el cannabis «le ayuda a huir» de sus bajones. «No tiene intención de estudiar ni de trabajar. No asume ningún tipo de responsabilidad. El Justicia de Aragón reclamó hace unos meses la figura del Defensor del Menor, pero su sugerencia se queda ahí. Entre todos tenemos que ayudarla y solo pedimos a la DGA que valore el caso, de forma urgente, y por favor la internen. Estamos a tiempo», insiste su padre.