Con los papeles en regla y un historial limpio, podría haber escapado, pero le traicionó su inexperiencia.

Al igual que su compañero Gorka, Irkus Badillo, de 25 años, había intentado también comparecer sin éxito a las elecciones municipales tras la ilegalización de Herri Batasuna. Fuentes de la lucha antiterrorista lo describieron tras su detención como un novato. El se encargaba de conducir la furgoneta lanzadera que abría camino a la que transportaba la bomba.